Autora: Amethyst
Parejas: ZoroxLuffy
Genero: Romántico, acción, tragedia
Clasificación: R: No apto para menores de 17 años
Advertencias: Ninguna
Tipo: Multichapter
Status: Finalizado
CAPITULO VIII
Lo encontró tendido en el suelo, realmente parecía un hombre sin vida. El rostro del joven permanecía oculto por los enmarañados cabellos y la sangre seguía presente en su cuerpo. Leynor aún recordaba la tortura a la que fue sometido el caza recompensas y eso le angustió, su capitán en esos momentos parecía otra persona. Sus ojos no dejaban de observar el maltratado cuerpo que tenia delante, pero su mente no estaba allí en esos momentos. Durante el resto de la noche no pudo dejar de pensar en aquel contrato que vio en el despacho de Mardock. No pudo dormir ni descansar debido a la situación en la que se encontraba. Se negaba a creer que aquello fuese verdad, debía haber algo mas, él estaba seguro de ello. Su capitán era un hombre estricto, pero no era ni un traidor, ni un corrupto. Algo así no podía ser cierto.
La única verdad de la que estaba seguro era que ese pobre muchacho iba a morir en unos pocos minutos y pensar así le hizo sentirse miserable. Pero la muerte seria tal vez lo mejor que podía ocurrirle tras ver el estado en el que se encontraba. La inquietante confesión del moreno hacía apenas unas horas aun revoloteaba en su mente. "Porque... así... podré reunirme con él..." Si, ese chico había pasado por un infierno, estaba seguro de eso. Y también dedujo que "alguien" importante para él, había muerto, dejándole como recuerdo una tristeza irremediable en los ojos y un gran pesar en el corazón. Por desgracia él no podía ayudarle en eso.
Tras un chasquido de dedos, dos hombres aparecieron de entre las sombras y tras una fría orden levantaron el cuerpo semiconsciente del muchacho, arrastrándolo hacia la salida de las celdas dejando tras de sí el sonido de sus pasos presurosos. Leynor se quedó solo entre las frías paredes y el silencio volvió a inundar el lugar. Alzó la vista y contempló por la pequeña ventana de rejas como el sol comenzaba a aparecer en el firmamento. La hora había llegado.
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¿Por qué insistían en arrastrarle de un sitio a otro? Se lo preguntó por enésima vez aquella madrugada. Ya estaba harto de todo cuanto le rodeaba, le hacían sentir como una muñeca de trapo inútil, incapaz de hacer nada por si mismo. Pero lo cierto era, que ya no le quedaban fuerzas. Y la verdad, tampoco era algo que le preocupase demasiado, supo que aquel amanecer sería el último que vería. La brisa del mar acariciaba su rostro y esa sensación le llenó de nostalgia, sería la última vez que oyese el hermoso sonido de las olas. Intentó alzar la vista para poder ver el mar por última vez mientras le llevaban a rastras hacia el patíbulo. Hacia su lecho de muerte.
Pero las fuerzas le fallaron, estaba tan débil que no podía ni levantar la cabeza. Le arrojaron al suelo del patíbulo obligándole a sentarse en el. El bullicio del publico era ensordecedor, pero se obligó a si mismo a ignorar aquellos comentarios, risas y burlas. Al fin pudo alzar la vista pero lo que vio no le gustó. Un puñado de hombres y mujeres le miraban con ojos sombríos, otros parecían divertirse y hablan animadamente entre varios grupos. Otro hombre se reía con sorna señalándole con el dedo, solo dios sabría lo que ese ciudadano estaría diciendo y Khal se alegró por no poder descubrirlo. Solo quería acabar cuanto antes con eso.
Las burlas y risas de la gente lastimaban sus oídos, intentó en vano ignorar aquellos comentarios pero retumbaban en su interior como si fuesen un mantra sin fin. Entonces captó otro sonido que le heló la sangre. Era el sonido de un final inminente. A pasos lentos su verdugo se acercó a él, sin poder evitarlo le miró, sostenía en su mano derecha un hacha enorme la cual no parecía demasiado limpia ni demasiado afilada. Alejó su mirada de ella. Su respiración comenzó a agitarse y cerró los ojos con fuerza. Aún podía escuchar el sonido de la gente, le ahogaba. Todo pasaría rápido, ya no habría mas sufrimiento para él, se lo repetía mil veces. ¿Por qué entonces le embargaba una sensación tan angustiosa? ¿Por qué al estar prácticamente en brazos de la muerte su mente empezaba a dudar? Tal vez era el miedo a la muerte, quizás aun no deseaba morir después de todo. Pero ¿que más le quedaba en la vida? Kian ya no estaba a su lado y era lo único que antes le retenía allí. Sin él, ya no había nada.
Tras cruzar esos pensamientos por su mente, alzó la vista inconscientemente hacia el horizonte y al fin lo vio. Allí al fondo vio el inmenso e imperturbable mar. Una leve sonrisa afloró en su semblante y en ese momento sintió una inmensa calma en su interior. Sabía perfectamente que no había retorno posible, su destino había decidido terminar ahí. Aferrándose a los hermosos pero breves recuerdos vividos con Kian, cerró los ojos, dispuesto a aceptar su final.
En otro punto de aquella plaza, Leynor observó como el muchacho cerró los ojos con tranquilidad, luego su vista se dirigió al filo del hacha que blandía el verdugo, la mantenía en alto dispuesto a dejarla caer sobre su presa en cualquier momento. El teniente dio un paso adelante pero algo lo detuvo. Todo ocurrió en pocos segundos, la gente comenzó a gritar desesperada y presa del pánico. Varias bombas de humo habían caído sobre la plaza y el patíbulo llenando el ambiente de incertidumbre y descontrol. Leynor intentó ver algo tras la nube de humo pero le era imposible, rápidamente ocultó parte de su rostro para no ahogarse pero no pudo evitar toser. Se alejó de su capitán, empujando a los ciudadanos que presos del pánico comenzaron a correr de un lado para otro sin control alguno. Demasiado decepcionado consigo mismo por no haberse percatado de aquellas presencias que sintió a su alrededor, comenzó a desplegar a sus hombres para ver quienes eran los causantes de todo el alboroto.
— Ya está aquí — no dio ni un paso más cuando la fría voz de su capitán llegó a sus oídos. Se giró dubitativo y observó el semblante de Mardock. Poseía una extraña mirada en el rostro, nunca le había visto así antes —. Te lo dije, él finalmente ha venido.
— ¿Pero que demonios.... — Mardock dio media vuelta y desapareció entre el humo. Asombrado y desconcertado, Leynor comenzó a desesperarse. ¿Que debía hacer ahora? Se giró y comenzó a dar ordenes a los pocos hombres que veía cerca, descubriría lo que estaba pasando ahí, con o sin el consentimiento de su superior.
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Robin casi no pudo creer que llegase a tiempo para apartar al muchacho antes de que fuera demasiado tarde. Por suerte su habilidad de “hana hana no mi” había servido para salvar la vida de aquel joven, evitando que fuese ejecutado por el verdugo. Sus manos aparecieron del cuerpo del moreno apartándole de su oscuro destino, por desgracia utilizó demasiada fuerza y el joven cayó del patíbulo. Salió de su escondite y fue directa a buscarle, debía llevarle enseguida donde se encontraba escondido Chopper, para que le mirase si tenía alguna herida grave. Su parte del plan era ponerle a salvo y eso haría. Por suerte las bombas de humo que fabricó Usopp habían sido de mucha utilidad y les dio tiempo a distraer a los guardias. Pero Robin sabia que eso no duraría para siempre. Llegó a la parte trasera del patíbulo y buscó a Khal por todos los rincones, pero no le vio por ninguna parte. Antes de poder percatarse de nada mas vio una enorme sombra acercarse a ella por detrás. Lo último que observó fue el hacha que instantes antes iba a degollar a Khal. Ahora el hacha iba directo a ella.
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Mardock sabía que él estaba allí. Podía sentirlo. Una extraña sensación de anticipación surgió en su cuerpo, para él sería el día en el que al fin la armada le reconocería como uno del Alto Mando. Con la cabeza de Luffy D. Monkey, sus sueños se harían realidad. No dejó de observar a su alrededor, el humo comenzaba a disiparse pero aun era difícil poder ver algo con claridad. Aun así supo que esta vez la suerte estaría de su lado. Fue en ese momento cuanto notó una presencia detrás suyo, se giró y pudo ver una sombra que le era vagamente familiar. Allí estaba su esperado trofeo.
Luffy intentó acercarse a su presa sin que esta notase su presencia, sintió como la rabia se acumulaba en su interior. Lo cierto era que la llevaba acumulando desde que fue secuestrado por Lein. Él nunca había creído en la venganza y no iba a hacerlo ahora pero, esta vez, si era algo personal. Ya no soportaba ver como los demás sufrían por algo que tenia únicamente relación con él. Por muy fuerte que fuese, siempre alguno de sus compañeros terminaba sufriendo, o acababan malheridos por el único hecho de seguirle y ser miembro de su tripulación. Pero lo que menos soportaba era ver a Zoro preocupado por él. Desde que le conoció se juro a si mismo que sería él quien protegiese a su primer tripulante. Nunca sería una carga para nadie. Pero en esta aventura se dio cuenta que él también tenia puntos débiles y en cierto modo, no lo soportaba. Pero era humano y como todos, cometía errores ¿Sería Zoro su punto débil?
Desechó esos pensamientos al ver como Mardock se detuvo de golpe. Se quedó inmóvil tras él, esperando algún movimiento. Estaba nervioso y ansioso por darle a ese hombre su merecido, incluso podía sentir la ira que irradiaba el cuerpo del espadachín a unos metros detrás suyo. Le dijo que esta era su lucha y la terminaría solo, pero Zoro, por primera vez como tripulante, le desobedeció. "No esta vez, Luffy. Hoy no podrás apartarme de ti", recordó lo que su amante le había dicho apenas unos minutos y se alegró que por una vez, Zoro hubiese desobedecido su orden.
Zoro notó como el cuerpo de Mardock se tensó al notar a Luffy a su espalda, inconscientemente su mano se dirigió a la empuñadura de una de sus katanas, preparado para cualquier cosa. Esta no sería una lucha fácil y estaba dispuesto a proteger a su capitán cueste lo que cueste. Se atrevió a dar un paso adelante para avisar a Luffy que ya se encontraba preparado. Entonces Mardock se giró y observó con ojos llenos de avaricia al joven pirata. Fue ver esa expresión y Zoro pudo asegurar que no le gustaba nada ese hombre. Desenvainó sus katanas y se abalanzó contra él. A diferencia de Luffy, Zoro si creía en la venganza.
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Robin quedó estática al ver como Sanji aparecía de entre la niebla y daba una patada al hacha apartándola de ella. Nunca se alegró tanto de ver al cocinero. El verdugo reaccionó torpemente e intentó alcanzar el arma, pero Robin esta vez fue mas rápida y utilizó su poder para atraer el hacha junto a ella. El hombre se alejó de la joven por inercia pero segundos después se abalanzó de nuevo sobre ella lleno de ira. Sanji ya esperaba una reacción similar de aquel energúmeno y volvió a patearle alejándole de la arqueóloga. Esta vez dio su golpe mortal y el hombre no volvió a levantarse.
— ¿Encontraste a Khal? — preguntó Sanji tras sacudirse un poco el polvo del pantalón.
— No — Robin quedó un poco anonadada por la actuación del cocinero, le había salvado la vida. Tras pensar en ello dos segundos se obligó a contestar algo más para informar de la situación, aquel no era momento para preocuparse por banalidades —. Le envié mas lejos de lo esperado pero no le veo por ningún lado.
— No debería estar muy lejos — se quedó pensativo un instante —. Tendremos que buscarle, debe andar por aquí. Intentemos no llamar la atención — Robin asintió con un movimiento leve de cabeza y siguió a Sanji por la plaza, la cual estaba aún abarrotada de gente que corría desesperada de un lado a otro.
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En medio de toda aquella confusión, Luffy vio como Zoro se abalanzó sobre Mardock dispuesto a matarle. Esta vez si se enfadó que le desobedeciera. Él iba a encargarse de Mardock, pero Zoro siempre fue un cabezota y era imposible de "domar". Luffy suspiró resignado y siguió a su amante. Mardock no esperó ese ataque por parte del espadachín, no logró distinguirle entre las sombras y el humo e inconscientemente dios tres pasos atrás. Cuando la katana de Zoro iba a rasgar a su víctima algo lo detuvo. Vio a un hombre rubio delante suyo, con un mandoble impresionante en sus manos. Ese individuo había osado parar su certero golpe y se enojó por ello. Aquel fue un buen ataque sorpresa pero todo se fue al traste.
Leynor aun no podía creer lo que veían sus ojos. Tenia delante de él al mismísimo Zoro Roronoa. Sabia a ciencia cierta que era un buen espadachín, la suma de dinero que pedían por su cabeza era prueba mas que suficiente. Supo que ese combate iba a ser bastante duro, pero él no se detendría. Mardock dejó mostrar una altanera sonrisa de triunfo y se acercó a Luffy dispuesto a enfrentarse a él. Zoro vio como el hombre se alejaba, intentó ir junto a su capitán pero el rubio que tenia como adversario no le dejó hacer ningún movimiento.
— Pues bien, tú te lo has buscado amigo — Zoro se preparó para la batalla, acabaría con ese hombre y después ayudaría a su capitán. Era tan sencillo como eso.
Leynor se puso en guardia, le sorprendió la agilidad que mostraba el pirata teniendo en cuenta que llevaba encima tres katanas. Esa técnica se veía mortal. Intentó no perder terreno pero era prácticamente imposible, su movilidad se veía mermada ante la habilidad del espadachín, aun así no dejó que le hiciera ningún rasguño. Zoro comenzó a desesperarse, todos sus ataques se veían neutralizados por aquella bestialidad de arma. Aun así, no iba a rendirse fácilmente.
Luffy no esperó un segundo más y lanzó un potente puñetazo al rostro de Mardock, dispuesto a quitarle aquella sonrisa prepotente de la cara. Pero su puño erró llegando a estrellarse inútilmente en un edificio cercano. El pirata miró atónito el lugar donde hacía apenas un segundo se encontraba su oponente. Pero allí no había nadie. Miró a ambos lados pero tampoco le vio, aquello no le daba buena espina. De pronto sintió un afilado dolor en su espalda y giró a tiempo para ver a Mardock detrás de él con aquella mirada de superioridad.
— Pero ¿cómo demonios has...? — Luffy se llevó una mano a la herida sangrante de su costado izquierdo, observó a Mardock y vio como éste guardaba una daga entre sus ropajes. Luffy aun no podía creer la velocidad con la que se había movido aquel hombre. Esto ya no parecía tan fácil como en un principio creyó —. ¿Cómo has podido moverte tan rápido?
— Luffy, cada uno tiene sus secretos — confesó dramatizando la escena —. Aunque, en cambio, yo conozco todos los tuyos.
De nuevo vio como el hombre desaparecía delante de sus narices. Esta vez miró atrás, por todos lados y no consiguió ver nada. Puso alerta todo su cuerpo y se preparó para lo peor. Esta vez el golpe provino de arriba, Mardock agarró con su mano la cabeza del moreno y la estrelló contra el suelo, le levantó nuevamente estampándole contra el muro pavimentado. En ese momento, Luffy se percató que algo no iba bien. Un humano normal no podía ser tan veloz, ni siquiera Zoro lo era., pero entonces...
— ¡Tú! — su voz sonó feroz aunque también agitada por la respiración —. ¿¡Qué tipo de fruta comiste tú!? — esta vez estaba furioso.
— Jajajaja. No dejas de sorprenderme, sombrero de paja — Mardock le dedicó una aterradora mirada que haría temblar a los dioses —. ¿Por qué no lo averiguas tú? — tras decir aquellas palabras, Luffy volvió a perderle de vista. Podía aparecer por cualquier lado, pero por muy atento que estuviese era casi impredecible saber por donde atacaría en cada ocasión.
— ¡¿Tienes velocidad sobrehumana, no es así!? Maldita sea, eso no me impedirá vencerte — pero Mardock no apareció por ningún sitio esta vez. El silencio inundó aquella parte de la plaza, Luffy no dejaba de observar a su alrededor, atento a cualquier movimiento. Aquello comenzó a impacientarle. Tras pocos minutos, la voz de Mardock llegó a los oídos de Luffy tan cerca que se le erizó el bello de la piel.
— Incorrecto — le susurró con voz gélida .
Aquello tampoco se lo esperaba, lo ultimo que sintió fue el frío pavimento del suelo estrellarse de nuevo en su rostro. Tras ese golpe, llegaron varios más casi con la misma brutalidad. Pero ahora lo comprendió todo. Incluso antes de perder unos segundos la consciencia, al fin lo vio tan claro como el agua. Ese hombre sería un duro oponente, su poder era demasiado esquivo. Él podía tele-transportarse en milésimas de segundo. Y sus ataques, ya de por sí devastadores, podían aparecer de cualquier lado y dirección. Si, en eso pensaba el capitán cuando Mardock le amarró de los cabellos. Le zarandeó como si fuese un muñeco de trapo, pero las heridas y perdida de sangre no era lo que irritaban a Luffy, sino que ahora no sabia como enfrentar ese poder. Debía pensar algo y rápido, o acabaría por derrumbarse tras tantos golpes. Sus ojos se dirigieron a alguien que le observaba horrorizado y en ese momento se sintió lo peor del mundo. Él que alardeaba de no meter a sus amigos en apuros, allí estaba, arrastrando a Zoro a sufrir un sinfín de dolor por su culpa otra vez. Pero esta vez, no lo permitiría. No soportaba ver esa expresión en su compañero.
Zoro no podía creer lo que veían sus ojos. Estuvo pendiente del combate de Luffy y no daba crédito a la velocidad de ese hombre, no parecía humano. En uno de esos momentos de distracción Leynor aprovechó para herirle superficialmente en el hombro y ganar terreno. Zoro se auto reprochó mentalmente, pero cuando vio a Luffy perder el sentido por unos leves instantes realmente se asustó. Dejó de prestar atención a su propio combate y se giró para ver a su capitán. Leynor vio el temerario comportamiento de su rival ¿Acaso no estaban peleando? Entonces observó como su capitán tenía a Luffy bajo control, seguramente gracias a su poder, sino, las cosas serian muy diferentes. Zoro dio un par de pasos hacia Mardock y aquello lo desconcertó.
— ¡Detente! ¡Tu pelea es conmigo! — gritó sin mucha convicción. Zoro se giró para mirarle a los ojos lleno de ira.
— ¡Pues atácame por la espalda si deseas matarme! ¡Antepondré su vida a la mía si hace falta! — sus palabras retumbaron acallando todo el lugar.
— ¡¡No Zoro!! ¡¡Te dije... que... es mi batalla!! - Luffy apenas podía gritar por la presión de Mardock en su cuello. Pero Zoro no le obedeció, era demasiado para él verle en esa situación. El único problema fue que se quedó helado al ver como Mardock sacaba un arma de fuego de su funda.
— Jejejejeje... — Luffy no pudo evitar reírse, a él los disparos le resbalaban, literalmente —. Sí, intenta dispararme a ver que pasa — reunió fuerzas para escapar justo en el momento del disparo, tal vez así tenia una oportunidad de salir de sus garras. Mientras tanto, Leynor observaba con cuidado la situación, no pudo evitar mirar sorprendido a Zoro Roronoa, era la segunda vez que veía aquella fuerza y determinación en una simple mirada. Pero sus pensamientos fueron interrumpidos por las palabras de su capitán.
— Mmmm, necio — Mardock regaló a Luffy una pequeña sonrisa llena de maldad —. ¿Acaso no te dije que lo sabia todo acerca de ti? — Luffy le miró extrañado, si sabía que solo podía ser dañado con armas de filo, ¿qué hacía con un arma de fuego?
En ese momento Mardock cambió el objetivo de su arma, hacia otra victima mas "receptiva". Luffy abrió desmesuradamente los ojos, incrédulo de cuanto estaba aconteciendo. Trató de desviar la trayectoria de la bala empujando el arma de Mardock, pero él ya había disparado. La bala iba directa al corazón de su primer tripulante, del hombre al que más amaba en el mundo. Miró aterrado como todo pasaba en pocos segundos. Sus piernas corrieron lo más rápido que podían pero no llegó a tiempo, nunca imaginó que aquel día en el que despertó en los seguros brazos de Zoro, iba a terminar de esa manera.
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— ¿Qué a sido eso? — preguntó Chopper preocupado, las cosas no estaban saliendo según el plan y eso le estaba alarmando. Claro que el mutismo de sus dos compañeros tampoco ayudaba demasiado.
— Un disparo — afirmó Robin.
— No sé que demonios estará pasando ahí arriba, pero nuestra misión era traer aquí a Khal ¡y no aparece ese bastardo por ningún lado! — Sanji comenzó a perder los nervios, dio una patada a uno de los barriles que tenia al rededor y suspiró para intentar tranquilizarse.
Aquel disparo también le había desconcertado, debía admitirlo. Pero, aun así, sabia que no podía derrumbarse en ese momento, especialmente por el pequeño Chopper. Robin se levantó y posó su mano sobre el hombro del cocinero. Era el único modo de darle algo de apoyo sin utilizar las palabras. De algún modo, Robin sabía que saldrían bien en aquella contienda. Al fin y al cabo, Luffy era especial buscando problemas y resolviéndolos a "su manera".
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Zoro no podía creer lo que veían sus ojos, todo pasó en un instante tan fugaz como un pestañeo. El cuerpo de Khal cayó al suelo estrepitosamente tras recibir la bala que iba dirigida a él. Zoro se quedó tan inmóvil que parecía una estatua de cera, pero al fin sus ojos se encontraron con los de Luffy. Pensó en acercarse a él pero algo le detuvo. Aquella mirada le alarmó hasta limites insospechados. Nunca recordó ver esa mirada tan gélida y aterradora que poseía ahora su capitán, su respiración subía y bajaba algo apresurada pero tampoco movía un músculo. Es como si el mundo hubiese dejado de girar en ese preciso instante.
Leynor dio un paso vacilante hacia el cuerpo tendido en el suelo. Era Khal, no había duda. ¿Por qué habría interceptado el disparo de ese modo? ¿Era amigo o enemigo de la banda del pirata Luffy D.Monkey? Se arrodilló a su lado, estaba completamente inmóvil. Cerró un puño con toda la fuerza y rabia que corría ahora por sus venas. Odiaba no saber la verdad de la situación, era tan desquiciante. Sus ojos no se apartaron del inerte cuerpo del caza recompensas, tras unos segundos los dirigió a Zoro, a Luffy y seguidamente a su capitán. A su mente volvieron a aparecer aquellos papeles que Mardock guardaba con tanto cuidado, el contrato con esos piratas desalmados. Leynor ya no sabía con seguridad hacia quién canalizar la rabia que sentía en esos momentos.
Una leve risita de Mardock dio el pistoletazo de salida a un ataque de ira de Luffy, veloz como un rayo lanzó un puñetazo a su enemigo, pero éste lo esquivó sin problemas, al igual que los ataques que siguieron después. Mardock era imposible de alcanzar, siempre que iba a dar un golpe se desvanecía y aparecía en otro lugar. Luffy empezó a perder los nervios ¿cuál seria el punto débil de aquel hombre?. Zoro le observó en silencio, esta vez Luffy parecía diferente y eso no le gustaba nada. Su despreocupado capitán siempre había luchado por aquello que le parecía justo pero no con aquella ira despiadada que parecía poseer ahora. Aunque tal vez debido a la situación, era comprensible después de tanta rabia acumulada.
— ¡No te escondas cobarde! ¡¡SAL Y DA LA CARA!! — Luffy gritó con todas sus fuerzas, esta vez, no se dejaría tocar. Mardock apareció detrás suyo y de nuevo agarró su rostro para estamparlo en el suelo, pero esta vez Luffy se dio cuenta de algo —. Ahora... ¡¡AHORA VERÁS!!
En el momento en que iba a ser golpeado, reinvirtió la fuerza del oponente para dar un cabezazo al arrogante de Mardock, el cual fue lanzado un par de metros atrás. Luego desapareció nuevamente. Luffy miró en aquella dirección con una sonrisa en sus rostro. Ya lo había entendido. De nuevo un ataque de Mardock, esta vez por el flanco derecho. Antes de ser enviado contra el muro Luffy se impulsó en él para darle un puñetazo que le estampó contra unos puestos de la plaza. Zoro miró a Luffy con una sonrisa, ése si era su capitán, aquel por el cual sentía tanto amor y respeto.
— ¿Pero qué demonios? — Mardock estaba empezando a sentirse desconcertado. ¿Luffy pudo evitar sus ataques?
— ¿No lo entiendes? — preguntó Luffy mirándole con odio, pero a los pocos segundos añadió —. ¿Por qué no averiguas por qué?
Aquello reventó la poca paciencia que le quedaba a Mardock, nunca nadie se había atrevido a insultarle de ese modo. Con toda la furia que sentía en ese instante volvió a desaparecer y dispuesto a atacar a su odiado enemigo. Pero Luffy volvió a contraatacarle con una potente patada directa al estomago. Este golpe si había sido verdaderamente fuerte y Mardock logró a duras penas ponerse en pie. Giró el rostro con la cara distorsionada por la rabia y lanzó una mirada fulminante a su rival. Pero Luffy no se dejó acobardar, ya le tenía pillado donde quería.
— Venga, te estoy esperando Mardock — dijo haciendo sonar los nudillos de la mano —. Tal vez yo no pueda ir a por ti, pero te contraatacaré las veces que sea necesario en cuanto note tu presencia cerca de mi.
— Muy bien, Luffy — susurró Zoro para sí mismo unos metros atrás.
— ¡¡¡JAJAJAJAJA!! — la estrepitosa carcajada de Mardock dejó a los presentes un poco descolocados —. ¡No creas que me has vencido sólo por contraatacar mis golpes! — esta vez sacó una escopeta que tenia escondida tras la enorme gabardina. Con lentitud alzó el enorme arma apuntando a Zoro nuevamente — Y dime, Luffy. Ahora no hay nadie que pueda interceptar la bala.
— Te equivocas — Mardock se congeló al oír aquella voz que tanto conocía. Luffy y Zoro miraron sorprendidos al hombre que apareció tras él. Un arma apuntaba a su cabeza y una veintena de hombres respaldaban a Leynor.
— ¡¿Que coño estás haciendo Leynor?! — gritó enfurecido, todo se estaba saliendo de su control.
— Quedas relevado del mando — sin más, tiró frente a sus ojos el contrato que hizo con los piratas de Lein —. Ésta es una buena razón, ¿acaso quieres alguna mas? ¿Traidor?
— ¡¡EL UNICO TRAIDOR AQUÍ ERES TU!! — alzó el arma apuntando a Leynor a bocajarro, pero desde unos metros atrás, más rápido que una ráfaga de viento, Luffy y Zoro aparecieron y le propinaron un golpe combinado con todas las fuerzas que les quedaban.
El cuerpo de Mardock cayó al suelo inconsciente después de semejante golpiza. Leynor parpadeó un par de veces, bastante incrédulo con lo ocurrido, aun así no perdió la calma que lo caracterizaba y recogió los papeles que anteriormente había tirado al suelo. Después mandó llevar a Mardock a una de las celdas. Lo llevarían ante el Alto Mando de la Armada lo antes posible para ser juzgado y condenado por sus actos. El nuevo capitán giró su rostro para observar a los dos piratas que tenia a su lado. Suspiró bastante cansado, ya no sabía lo que pensar. Aquello era una situación bastante irreal ¿piratas luchando contra la corrupción del sistema? Era algo bastante cómico.
— No se que hechos os han llevado a venir aquí pero... — se le veía algo agotado, su rostro era severo pero dejó mostrar una leve sonrisa —. En parte, me alegro. Nunca imaginé que el capit... quiero decir, Mardock, fuese ese tipo de persona — parecía sumido en un mar de emociones pero al poco tiempo siguió hablando —. En pocos minutos llegaran mas barcos de la Armada, será mejor que no os encuentren aquí.
— ¿Nos deja marchar? — preguntó Zoro algo desconfiado.
— Jajajaja, que tío mas majo ¿no? — Luffy volvió a mostrar su radiante sonrisa pero de pronto recordó algo que le hizo volver a tener un semblante sombrío —. ¡Khal!
Zoro se maldijo por olvidarse del muchacho. Había conseguido llegar hasta Luffy gracias a él, le debía demasiado. Los tres corrieron hacia el hombre que de algún modo, había salvado sus vidas pero cuando llegaron allí, el cuerpo de Khal había desaparecido.
— No está aquí... — Leynor no se dio cuenta que pronunció sus pensamientos en voz alta. Sintió algo extraño difícil de catalogar ¿tal vez decepción? Ni él lo entendía, pero solo rogó en silencio que ese joven encontrase un nuevo camino en la vida. Entonces tal vez de ese modo, lograse recuperar sus ganas de vivir de nuevo. Sin saber bien por qué, sintió una punzada en el corazón.
Zoro no pudo evitar sentirse un poco dolido por ello ¿estaría bien Khal? Pero ¿en qué pensaba? ¿Cómo iba a estar bien? Había recibido un balazo por su culpa y ahora ni siquiera sabia si estaba a salvo, moribundo o incluso muerto. Cerró el puño con fuerza, intentando no mostrar como se sentía. Pero ese detalle no pasó por alto a su capitán, el cual apartó la mirada con algo de tristeza.
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— Bueno, pero al menos hemos salido vivos de esta, chicos.
— ¡¡Nami!! — gritó Usopp —. Mira como eres, al final no se sabe nada de Khal. ¿Es que no tienes un poco de sensibilidad?
— Pero si su cuerpo no estaba allí significa que está bien, ¿no? No pudo moverse solo — se defendió ella.
— ¿Tu crees? — preguntó Chopper algo dudoso —. Creo que sus heridas eran realmente horribles.
— De nada sirve lamentarse ahora, ¿no creen? — añadió Robin, sentada en cubierta leyendo un extraño libro llamado "La niebla arco iris".
Nadie mas dijo nada al respecto. Hacia unos pocos minutos que partieron de la isla, pronto muchos oficiales de la Armada llegarían allí y no querían tener que dar ningún tipo de "explicación" sobre el asunto. El Going Merry había vuelto a la mar y sus tripulantes siguieron con sus vidas. Zoro dejó la cubierta en silencio, pero hubo alguien que le siguió con la mirada, lleno de preocupación. Entonces, Sanji comenzó a explicar muy entusiasmado que haría un gran banquete para levantar los ánimos pero ni por esas el capitán parecía estar de buen humor. Luffy se dirigió a la cocina cuando oyó el grito de Sanji avisando que ya estaba la comida lista, aunque mas bien lo hizo por costumbre. Sus pensamientos ahora solo los ocupaba una única persona. La mas importante de su vida. Y la que sentía estar perdiendo sin saber muy bien por qué.
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El cielo estrellado aliviaba en parte su preocupación, podía sentir la brisa de la noche en el rostro, meciendo sus cabellos. Aquella tranquilidad era perfecta pero, también inducía a pensar y eso era algo que no deseaba hacer. Sentado desde donde se encontraba, podía ver el negro horizonte ante sus ojos. Desde que abandonaron la isla de Mardock su mente no había dejado de darle vueltas a muchas cosas y la mayoría de las veces el protagonista de todas ellas era su amado espadachín. Podía sentir que algo no iba bien entre ellos, Zoro había estado completamente ausente desde que partieron y eso le llenó de pesar. Pero ¿acaso Zoro no le dijo que le amaba? Tal vez fue un iluso por creerle, pero esas palabras realmente le hicieron sentirse de una manera que jamás imaginó. Recordó entonces todo lo sucedido la pasada noche y se sintió completamente confuso. Ahora ¿que iban a hacer? Ya no había vuelta atrás.
— ¿De nuevo aquí, capitán? — por mucho que deseaba oír aquella voz, ahora no se sintió seguro de querer escucharla. Su pequeño cuerpo se tensó y esto Zoro lo había notado perfectamente.
— Hoy me toca a mi hacer guardia — dijo sin mas. No apartó la mirada del oscuro mar.
A Zoro le sorprendió aquellas simples palabras dichas con tanta indiferencia. Se maldijo interiormente pues sabía que Luffy estaba así por su culpa. Pero tras la desaparición de Khal se sintió tan frustrado y enfadado consigo mismo que no quiso aflorar esos sentimientos delante de él, ni del resto de sus compañeros. Por eso había decidido estar solo en el camarote. Tenía que explicarle a Luffy como se sentía pero, ¿él lo entendería?
— Luffy, verás yo...
— Siento mucho lo de Khal — le interrumpió el moreno aún sin mirarle a la cara —. Y no digas nada, soy yo el que te ha fallado.
— Pero, ¿de qué hablas? — su sorpresa era evidente pero empezó a molestarle esa actitud de su capitán.
— ¡¡Era yo quien debía interceptar esa bala, no Khal!! — gritó con algo de angustia en su voz —. Era yo quien debía salvarte — Zoro le miró abrumado sin saber que decir —. He estado pensando y tal vez nosotros no deberíamos estar juntos.
El silencio se hizo presente en la cubierta del navío. Zoro trató de ocultar la decepción y tristeza que sintió al oír esas palabras, él no quería dejarle marchar, no ahora que había confesado todo lo que sentía por él. No podría dejar las cosas como si nada hubiese ocurrido. Apretó los puños con tanta fuerza que notó algo de sangre en ellos, si hacía falta sacudiría a Luffy hasta que entrase en razón.
— Zoro... — el silencio del espadachín le puso demasiado nervioso, pero a su mente regresó aquella imagen de Zoro preocupado por Khal y por primera vez, percibió el horrible sentimiento de los celos —. No puedo dejar que te ocurra algo solo por estar a mi lado.
— Creo que esa es decisión mía, Luffy — su voz sonó serena y algo desafiante. Zoro le miró, Luffy permanecía de espaldas sentado en aquel mascaron. Deseaba con todas su fuerzas acercarse y abrazarle entre sus brazos, pero aun había algo que le detenía. Simplemente no podía hacerlo si Luffy no creía en él —. No puedes tomarla por mi.
El capitán se levantó del mascaron y se alejó a pasos lentos del espadachín con la cabeza gacha, incapaz de mirarle a los ojos. Algo se derrumbó en el interior de Zoro, observó en silencio como la persona que amaba se alejaba de él, sin darle explicación alguna de su extraño comportamiento. ¿Tal vez fue error suyo? Quizás no debió llegar hasta aquel punto, pero él no le forzó a hacerlo. De eso estaba seguro, el sentimiento de la pasada noche fue mutuo. Entonces ¿que era lo que había hecho mal? Dio varios pasos hacia su capitán, no lo iba a dejar marchar así. Había decidido amarle a él, únicamente a él. Se lo gritaría al viento si con ello podía retenerle a su lado.
— Luffy, ¿te arrepientes de lo que sucedió entre nosotros? — por un momento temió que Luffy siguiera ignorándole, alejándose de él para siempre, pero vio como el cuerpo de su capitán se detuvo al oír la pregunta. Aun así, ninguna respuesta salio de sus labios. Pasó un minuto que se le hizo eterno hasta que escuchó la suave voz del moreno.
— No, ¿y tu? — su voz salio mas quebrada de lo que quería, por mucho que lo intentó ocultar, sus sentimientos por Zoro eran demasiado evidentes. Los celos eran un mal menor en esos momentos, si dejaba marchar a Zoro se arrepentiría toda su vida.
— Por supuesto que no, Luffy — Zoro se permitió suspirar aliviado por la respuesta de su amante y sin pensarlo confesó todo lo que sentía en su interior —. Te amo.
Luffy giró el rostro por primera vez desde que comenzó aquella conversación y fijó sus húmedos ojos en el rostro del hombre que amaba más que a nada, se dio cuenta que esos sentimientos jamás podría hacerlos desaparecer y aunque temía por ellos, no iba a dejarse vencer por el miedo ni la incertidumbre que sentía. Zoro se sintió un poquito culpable al ver caer pequeñas lagrimas de los ojos negros, pero esa sensación desapareció cuando sintió el pequeño cuerpo estrecharle con fuerza. Sin dudarlo, Zoro correspondió el efusivo abrazo de su capitán, un alivio y satisfacción que no podía controlar le invadió por completo. Ya no le importaba mostrar al mundo como se sentía, ahora Luffy estaba a su lado, amándole como él le amaba, sintiéndole a su lado, percibiendo el calor de su cuerpo. En ese momento nada le importó mas que el bienestar y seguridad de su amante. Y allí, bajo el manto de estrellas y el fulgor que desprendía la luna, se juró que nunca lo abandonaría. Ahora sus destinos estaban mas unidos que nunca.
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Sensaciones, el mundo estaba lleno de ellas. Muchas eran tan sutiles como el tacto de la fina seda o agobiantes como la incertidumbre y la angustiosa desesperación. Supongo que siempre llega un momento en el que todo da igual y esas sensaciones dejan de tener algún sentido para algunos. Pero él, de nuevo concibió el tacto de la brisa del mar en su cabello, percibió el tranquilo sonido de las olas y sintió el salado sabor de la mar en los labios. Todas aquellas sensaciones que hacía poco pudo haberlas dejado en el olvido, habían vuelto con mas fuerza. Desde donde se encontraba, pudo ver marchar el barco de la tripulación de Luffy D. Monkey. Varios sentimientos pugnaban en su interior sin saber cual dejar ganar la batalla, en parte odiaba haberles conocido pues nada de aquello habría ocurrido y tal vez Kian ahora seguiría vivo, junto a él. Pero, por otra parte, agradeció no sentirse solo en aquellos momentos, un sentimiento al que tendría que adaptarse a partir de ahora. Bajó la vista unos segundos posándola en la pequeña tumba situada en aquella colina para después dirigirlos al mar nuevamente. Ni el dolor acentuado del hombro disipaba aquellas extrañas sensaciones. Sintió que una nueva luz aparecía en el fondo del túnel donde se encontraba anclado. Solo debía seguir adelante. Por un momento, se sintió afortunado de seguir con vida.
— Algún día... — pronunció las palabras en voz alta, con la mirada perdida en el horizonte —. Descansaré aquí a tu lado, Kian. Pero, tendrás que esperarme un poco — una triste sonrisa afloró tenuemente en el rostro del moreno —. Sólo espérame.
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