lunes, 22 de febrero de 2010

Enredos de amor. Capítulo IV


Autora: Amethyst
Resumen: Daisuke es un estudiante que no ha tenido demasiada suerte en el amor, ahora su corazón suspira por su mejor amigo pero teme que la mala suerte vuelva a aparecer en su camino.
Genero: Romántico, Humor
Clasificación: G
Tipo: Multichapter
Status: Finalizado

Imagen de Reiji completa


Capítulo IV: Enredos de amor

Ayaka vio a Reiji alejarse de Daisuke, dirigiéndose hacia ella. Su amigo mostraba un rostro impasible pero un desconcertante pesar en sus ojos le indicaba que algo no iba bien.

— ¡Reiji! ¿Has hablado con él? — preguntó Ayaka casi sin aliento, al parecer fue corriendo hasta allí después de despedirse de sus compañeras de clase.

— Si — soltó escuetamente.

— ¿Y? ¡No me dejes en ascuas!

— Y no pasó nada Ayaka, tú sabías que él estaba enamorado de Kaito, ¿por qué no me lo dijiste? — dejó escapar un suspiro cansado, se masajeó la sien con los dedos y le dedicó a su amiga una mirada llena de resignación —. Aquí termina todo, Aya.

— ¡No puedes rendirte! — le agarró de los hombros para infundirle esperanzas. Ella conocía acerca de los sentimientos de Reiji desde hacía mucho tiempo, y siempre supo que su amigo Dai algún día se daría cuenta de que la persona que buscaba estaba allí cerca. Incluso en más de una ocasión maldijo a Kaito por aparecer en sus vidas. Pero no era culpa suya, a veces las cosas no salían como uno lo planeaba.

— No tienes idea de cómo me he sentido, Aya — confesó su amigo mostrando un semblante lleno de angustia tan impropio en él —. Cuando le vi allí sentado por un momento pensé que realmente me buscaba a mí. Mi felicidad desapareció en cuanto mencionó todo respecto a esa maldita carta. Me ha destrozado mis ilusiones y esperanzas en un solo instante. No menciones nada acerca de no rendirme, porque he tenido suficiente.

Reiji se soltó del agarre de su amiga y se alejó de allí. Ayaka le vio marchar con un pesar en el corazón que le estaba ahogando. Se sintió culpable por intentar ayudarle, pues no había hecho más que empeorar las cosas. Aun así, sintió algo de rabia en su interior y se dirigió con pasos firmes hasta Daisuke, mostrando un rostro molesto.

— ¿¡Tu eres idiota o que!? — soltó de pronto a su amigo, el cual se quedó perplejo por las palabras de su amiga —. ¡Era la oportunidad perfecta!

— ¿De qué me hablas? Debería ser yo el que esté enfadado, no tenías que haber entregado esa maldita carta y lo sabes.

— ¡No! ¿Sabes por qué lo hice? Tú nunca te atreves a nada, eres un cobarde Dai. ¡Si yo no hacía algo ibas a dejar pasar tu oportunidad para siempre! — su voz sonó completamente agitada.

— No me vengas con eso, aprendí la lección. No le diré nada a Kaito, y paso del amor desde ahora y para siempre — confesó Daisuke molesto con todo —. Solo me hace sentir peor de lo que ya me encuentro.

— No me refería a eso — la muchacha intentó calmarse un poco y se arrodilló frente a su amigo —. No iba a decirte esto Dai, pero Kaito lleva saliendo con Yoko desde hace algo más de un año.

Daisuke observó a Ayaka detenidamente, sabía que no estaba mintiendo, pero aquella confesión le dolió profundamente. ¿Su amigo no era capaz de decirle la verdad durante tanto tiempo? ¿En eso consistía su amistad?

— Él lo sabe, Dai — aquello era demasiado. Daisuke se quedó de piedra al escucharla —. Él no quería verte triste por eso no te dijo nada y me rogó para que te lo ocultara. Yo no estaba de acuerdo con él, pero finalmente accedí. Lo sentimos mucho, pero no sabíamos como decírtelo.

Daisuke negaba con la cabeza intentando ordenar todos sus pensamientos. Se llevó las manos a la cabeza y peleó por mantener las lágrimas. Tras unos pocos minutos de silencio, su voz sonó mucho más calmada.

— ¿Sabes que es lo que más me duele? — dijo con la mirada fija al horizonte —. Haber desperdiciado tanto en esto. Todo el amor que esa persona me hacía sentir no a servido para nada. Si me lo hubiera contado todo antes...

— Si te lo hubiera contado habrías estado destrozado.

— ¿Y cómo crees que me siento ahora? — dijo mirándole con rabia.

— Yo solo quería hacerte ver que había más cosas aparte de Kaito, rogaba porque cada día te dieras cuenta que él no te merecía. Pero tu seguías empeñado en lo mismo — confesó su amiga. En eso Dai no pudo reprocharle nada pues era cierto. Ella siempre le animaba a seguir adelante diciendo que había más chicos aparte de Kai, pero él no pensaba en nada más.

— Estoy tan confundido, Ayaka. Me encuentro fatal. Durante mi conversación con Reiji — al nombrar al moreno, Ayaka se giro a verle, atenta a sus palabras —. He deseado por un instante que ojalá hubiera sido él de quien me hubiera enamorado.

Ayaka abrió los ojos de par en par, al escuchar a su amigo. Se le abalanzó encima con un montón de preguntas que hacer respecto a eso.

— ¿Y tú qué piensas de él? Dime, ¿qué sientes?

— ¿Qué insinúas? Sólo he hablado un par de veces hoy con él. Llevamos juntos en clase desde hace mucho tiempo y únicamente hoy hemos mantenido una ligera conversación, es muy triste — afirmó con aire cansado, estaba siendo un día horrible tal como solían serlo todos los 14 de febrero de su vida —. Tenías razón, me equivoqué respecto a él. Y lo peor, es que él es el único que a sido sincero conmigo hoy.

— Eso ya lo sabía — dijo verificando lo obvio de su opinión respecto a Reiji —. Pero lo que yo quiero saber es lo que realmente sientes ahora.

— La verdad — su amigo la miró a los ojos con tristeza —. No lo sé. Aya, acaba de decirme que es bisexual. Es un tipo guapísimo y además es muy agradable hablar con él. Pero, por eso mismo no puedo estar con él.

— ¿Por qué no? — se entristeció al oír eso.

— ¡Porque sería superficial! Creerá que me acerco a el por el hecho de ser bi, apenas nos conocemos ¿qué crees que va a pensar de mí después de esto? Cuando se fue me dieron ganas de gritarle que se quedase a mi lado. Pero no tenía argumentos que darle, no tenía un “por qué”.

— ¿¡Y por qué no lo hiciste?! — preguntó Ayaka cada vez más enfadada —. Eres un torpe, Dai.

— Deja de insultarme llevo un día penoso, ¿quieres?

— Hay algo más que debería decirte.

— ¿Es que acaso hay más que me hayas ocultado? — preguntó Dai alzando los brazos con desesperación.

— Puede que... — comenzó a decir sin mucho ánimo viendo la asesina mirada de su amigo —. No me confundiese con el número de las taquillas. La metí en la de Reiji sabiendo que era la suya.

Daisuke no ganaba para más sorpresas pero aquella ya era el colmo. Se levantó del asiento dando pequeñas pasos de un lado a otro. Su amiga había entregado la carta a la persona que no debía, aposta. ¿Qué sentido tenía todo aquello?

— Al menos dime por qué lo hiciste, porque la verdad no lo entiendo — dijo mirándola con los brazos cruzados.

— Eres muy espeso en algunos temas — añadió —. Lo hice por Reiji — al escuchar el nombre del moreno, Dai se quedó en silencio esperando a que Ayaka continuara hablando —. Al igual que tú, el me cuenta todos sus problemas y había algo que pensé se podría hacer realidad si yo ayudaba un poco. Daisuke, él se enamoró de ti desde que llegó al instituto. Se acercó a mí primero porque siempre estaba contigo, Reiji no quería hablarte directamente hasta que tú te dieras cuenta que él era normal como cualquier otra persona, pero le molestaba que tuvieras miedo. Al final los dos nos hicimos muy amigos como puedes ver.

Daisuke se quedó congelado en el sitio al escuchar todo cuanto le había contado Ayaka. Sintió una extraña sensación en el estómago, no era desagradable pero sintió que se mareaba y se sentó nuevamente. Un montón de sensaciones le invadieron y recordó cada momento del día que había pasado junto al moreno. ¿Cómo no se había dado cuenta? Reiji era realmente bueno ocultándolo. Pero, ¿realmente alguien como Reiji estaba enamorado de él?

— ¿Es eso verdad?

— Claro que sí. Siempre quise que vosotros dos algún día estuvierais juntos. Sé que fui egoísta pero, solo quería ver feliz a las dos personas que más me importan en la vida.

En esta ocasión, Dai no pudo evitar por más tiempo mantener las lágrimas, dejándolas libres en aquel instante y abrazó con fuerza a su amiga. Nunca iba a dudar de ella.

— Tú también eres muy importante para mí, Aya — confesó Dai con orgullo —. Y no sé qué haría sin ti.

— Lo sé — afirmó Ayaka con una gran sonrisa, limpiando las lágrimas de su amigo —. Por eso mismo te diré que debes dirigirte a la estación del norte para hablar con alguien. Ya te dije que este sería tu día.

Daisuke la miró extrañado cuando se dio cuenta que se refería a Reiji. El muchacho no se lo pensó dos veces y se fue corriendo de allí, no sin darle antes las gracias a su mejor amiga y confidente.

— Feliz día de la amistad, Aya — le dio un beso en la mejilla antes de marcharse.

— Feliz día de la amistad, cielo — susurró con una gran sonrisa en el rostro, levantándose del banco para ir a su casa.



Recorrió varios andenes pero no vio a Reiji por ninguno de ellos. Era imposible que aún estuviera allí, ya se habría marchado a casa. Se maldijo por no preguntar a Aya la dirección donde vivía aunque dudó mucho en si iría allí en caso de saberla. Esperó varios minutos por la estación, dando vueltas en vano, no vio al moreno por ningún lado. Se dirigió a la salida nuevamente sin muchas esperanzas pero ahora reparó en alguien que estaba sentado en un banco no muy lejos de allí, fumando un cigarrillo.

— ¿Reiji? — preguntó desde una distancia algo lejana. El muchacho al escuchar el nombre levantó la vista. ¡Era él! —. ¡Estabas aquí! He dado mil vueltas por toda la estación y odio correr...

— ¿Qué haces aquí? — preguntó apartando la mirada, fijándola nuevamente en el pavimentado suelo.

— Vine a buscarte — Daisuke se quedó callado después de decir aquello. ¿Realmente que buscaba de él? Ni él mismo lo sabía y no supo que más decir.

— ¿Ayaka ya te lo ha dicho? — dijo con obviedad en las palabras, mostrando cierta molestia mal contenida —. No hace falta que sientas lástima por mí, al fin y al cabo los dos estamos pasando por lo mismo.

Daisuke se sintió dolido por aquellas palabras mencionadas. ¿Por qué se comportaba así ahora? Durante todo el día había sido un chico agradable, poco social pero educado. Tiró la mochila cerca del banco y se dejó caer al suelo de cuclillas, frente a él. No iba a huir. Le quitó el cigarro de la mano y lo tiró al suelo sin dejar de mirarle a los ojos aunque la vista de Reiji seguía fija en el suelo.

— Puede que tengas razón — admitió con pesar —. Ni siquiera sé por qué he venido hasta aquí, pero mientras hablaba con Aya sentí la imperiosa necesidad de venir a buscarte. Y después de hablar contigo hoy deseé con todas mis fuerzas que fueras tú la persona a la que me hubiera declarado desde el principio.

El silencio de Reiji le asustó, pero no iba a rendirse. Esta vez no.

— Reiji, no te pido que me aceptes ni nada de eso después de todo lo que me dijiste. Creerás que solo quiero acercarme a ti por interés, pero no es cierto — sus palabras eran sinceras y se sintió nervioso al no recibir ninguna señal de aprobación de Reiji, el muchacho continuaba cabizbajo sin decir nada —. Sólo quiero que me des una oportunidad para ser tu amigo. Conseguiré por mí mismo volver a enamorarte hasta que creas en mis palabras. Esta vez no voy a huir porque realmente me importa demasiado.

Reiji levantó la mirada hacia los oscuros ojos de Daisuke y se acercó al ver determinación en ellos.

— Eso ya lo has conseguido, Dai — susurró el moreno antes de unir sus labios con los de Daisuke.

El castaño se quedó ensimismado por el suave tacto de Reiji, dejándose llevar por él. El beso le tomó por sorpresa y sintió un agradable cosquilleo en el estomago, aspirando dulcemente el aroma del moreno cerca suyo. Dai aun no pudo creer que estaba besando al joven que hacía apenas unas horas era un compañero más de clase. Era un hombre misterioso y estaría más que dispuesto a conocerle mejor. Se quejó al notar como el calor que le proporcionaba el cuerpo del moreno se iba alejando poco a poco. Reiji se levantó del banco y miró hacia la estación.

— Pero no va a ser tan fácil, Daisuke — añadió, mostrando una sonrisa seductora que hizo sonrojar el rostro del castaño —. Si quieres ser algo más que un amigo, vas a tener que ganártelo.

Daisuke se sonrojó aun más y desvió la mirada, pudoroso. Reiji sonrió ampliamente, se acercó de nuevo al muchacho y le tendió la mano.

— ¿Vienes?

Daisuke no lo pensó y tomó la mano dulcemente, sintiendo aquella maravillosa tibieza entre los dedos. Observó de soslayo el rostro de Reiji y notó una sensación de paz que nunca antes había sentido. Se le hizo extraño como había terminado todo, había sido un día de locos pero, por primera vez, consiguió lo más importante que había ansiado desde hacía tiempo, un amor correspondido. En esta ocasión el día de San Valentín terminó de la forma más inesperada posible y era realmente feliz por ello.



Fin

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