Autora: Amethyst
Parejas: ZoroxLuffy
Genero: Romántico, acción, tragedia
Clasificación: R: No apto para menores de 17 años
Advertencias: Lime, tortura
Tipo: Multichapter
Status: Finalizado
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CAPITULO V
**Si sus caminos volvían a unirse, no volvería a dudar. Se lo juró a sí mismo en silencio. Alzó la mirada y vio el sombrero de paja sobre la estantería de la entrada. Se levantó y agarró el sombrero de Luffy entre sus manos. Odiaba tener que esperar. Odiaba no tener a Luffy a su lado. Odiaba al destino por destruir su felicidad. Odiaba sentirse tan vacío sin él... pues él, lo era todo.**
La oscuridad de la noche envolvía las silenciosas aguas del mar, aquel viaje parecía no tener fin. El lujoso camarote permanecía levemente iluminado por una vela cuya llama estaba a punto de extinguirse. Únicamente los gemidos de ambos hombres se oían en aquel lugar y el calor que emanaban sus cuerpos comenzó a resultar insoportable. Lein suspiró profundamente mientras tomaba el control de la situación. Ahora su cuerpo se amoldaba a la del joven que permanecía bajo él. Sus movimientos se volvieron más ardientes, sintió que pronto llegaría al orgasmo y el placer inundó todos sus sentidos. A los pocos segundos ambos dejaron escapar un grito lleno de lujuria, dando por finalizada aquella actividad nocturna que se había vuelto tan rutinaria para el capitán.
Luffy se mantuvo inmóvil en una esquina de aquel odiado camarote. Todas las noches tenía que soportar las continuas andanzas del capitán Lein y ya comenzaba a hartarse. Intentó taparse los oídos para no tener que escucharles, pero era una situación desesperante. Hacía días que no dormía cómodamente. Sin poder evitarlo dirigió una mirada cargada de odio hacia aquel hombre, pero para su desgracia se encontró con aquellos fríos ojos y esa sonrisa que tanto comenzaba a aborrecer. Lein seguía desnudo sobre la cama, junto a su acompañante de esa noche. Sin dejar de mirar al moreno comenzó a acariciar el cuerpo que tenía a su lado, descaradamente. Luffy apartó la mirada con rabia contenida y deseó con todas sus fuerzas desaparecer de allí en ese momento.
— Apuesto que nuestro querido rehén está completamente excitado — insinuó el capitán, mientras lamía lentamente la mejilla de su amante —. Nosotros podríamos ayudarte con eso, Luffy.
— Me ayudarías más si me dieras un camarote para mi solo — protestó el joven —. Incluso prefiero dormir en las celdas del barco antes que pasar una noche más aquí. O mejor aún, ¿por qué no me sueltas para que te de una paliza?
Lein se levantó silenciosamente del lecho, sin dejar de mirar al joven pirata. Su sonrisa desapareció del rostro como si nunca hubiese estado ahí. Se vistió lentamente y al terminar dirigió sus pasos hacia el moreno, el cual no dejó de desafiarle ni un instante con la mirada. Sin darle tiempo a reaccionar le agarró salvajemente del cabello levantándole del suelo violentamente. Con toda la fuerza y rabia que sentía en ese momento empotró al joven pirata contra la pared y rápidamente volvió a golpearle una y otra vez contra ella. Luffy esperó aquella reacción del capitán pero no le importó, deseaba enfadarle y era el momento de actuar. Aun a pesar de estar maniatado le propinó a Lein un fuerte golpe en el estómago y se apartó rápidamente de él. Lein no se esperó ese movimiento por parte de Luffy y tras la sorpresa inicial intentó atraparle con sus fuertes manos.
Pero Luffy no tenía intención de dejarse atrapar, se encontraba bastante débil debido a aquellas esposas de kairouseki pero no lo suficiente como para no dar pelea. Esquivó al capitán tan rápido como pudo de su embestida y al segundo estaba tras él, dándole un golpe en la cabeza con las pocas fuerzas que le quedaban. Lein trastabilló y cayó de rodillas al suelo. Luffy aprovechó para darle una salvaje patada en el rostro y se dirigió de inmediato a la puerta del camarote. Lein miró incrédulo las intenciones de su prisionero, llevó una mano a su cara ensangrentada por el golpe recibido y la rabia se apoderó de él. Se dirigió al escritorio y tomó la daga que permanecía oculta en uno de los cajones con llave y sin pensarlo dos veces la lanzó hacia el joven pirata.
Luffy iba a agarrar el pomo de la puerta cuando notó un agudo dolor en el hombro izquierdo, sintió como la piel se abría y la sangre resbalaba por su cuerpo empapando el rojo chaleco. Sus huesos crujieron y cayó de rodillas al suelo. Sin pensarlo, agarró como pudo el mango de la daga sacándola de su cuerpo dolorido. Ahogó el grito que amenazó con salir de la garganta pero el dolor era tan intenso que sus fuerzas amenazaban con abandonarle, su vista comenzó a nublarse por la pérdida de sangre y su pulso empezó a temblar considerablemente. Aun así, Luffy alzó el brazo para agarrar el pomo de aquella puerta que significaba su libertad y reuniendo toda la fuerza que le quedaba logró abrirla. Cuando pasó más allá del umbral una poderosa mano hizo presa de su cuello impidiéndole avanzar.
Lein alzó al pirata por el cuello y hundió la mano que tenía libre en la herida de Luffy, haciéndole gritar de dolor. Luffy le miró con ira y sin pensarlo un instante le escupió en la cara. Lein no pudo evitar mostrar la furia que sentía en su rostro, arrastró a Luffy por los tenebrosos pasillos del navío y con violencia le empujó dentro de una de las celdas. Cerró la puerta con llave y deseó más que nunca que aquel insolente muchacho sufriese hasta morir.
— Juro que tendrás una muerte lenta y dolorosa, sombrero de paja. Lástima que no pueda hacerlo yo mismo, pues te haría sufrir más de lo que padeció Kian — sin mencionar una palabra más, se alejó de aquel lugar reinado por la inmensa oscuridad.
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Se detuvo frente a la puerta de madera. Chopper le aconsejó esperar antes de hablar con aquel hombre pero sus nervios estaban destrozados, cada minuto que pasaba más lejos estaría su capitán de él y no precisamente en buenas manos. Zoro abrió la puerta en silencio y primero echó un vistazo al interior del cuarto. Vio a su enemigo de pie, junto a la ventana. Sintió una extraña sensación al verle, el moreno tenía la mirada perdida en algún punto de aquella ventana, parecía triste. El espadachín suspiró intentando borrar esos pensamientos de su mente y entró en la habitación cerrando la puerta tras de si. Se acercó más a él y Khal le observó en silencio. Fue en ese momento cuando se percató del rojo de sus ojos. ¿Acaso había estado llorando? Se cruzó de brazos esperando alguna reacción en él, sin dejar de observarle por si intentaba atacarle o escapar. Pero la paciencia no era su virtud.
— ¿Que tienes que contarme? — el espadachín fue directo al grano, no estaba para bromitas de mal gusto —. Porque en caso de que no sea importante yo tengo muchas preguntas que hacerte, Calavera Negra. No voy a esperar más tiempo.
— Debiste estar a su lado en todo momento, Zoro — apartó de nuevo la mirada hacia la ventana. Zoro no pudo contener su ira y empujó a Khal contra la pared, agarrándole por los hombros. ¿Por qué le venía con eso? Él era quien más estaba sufriendo por todo aquello.
— Maldito seas, ¡todo ha sido por tu culpa así que cierra la boca! — en cuanto mencionó aquellas palabras las sintió vacías, pues él se sentía responsable de todo lo sucedido. Echarle la culpa a otro no le hacía sentirse mejor. Aun así mantuvo el agarre sin dejarle marchar —. Hubiese dado mi vida por él. Y tú me dirás dónde está.
— De acuerdo — afirmó el moreno con la voz apagada, mantenía la mirada fija en Zoro. El agarre del espadachín se suavizó hasta que le dejó libre y Khal volvió a mirar por la ventana como si no quisiera perder detalle de lo que acontecía fuera . Zoro comenzó a desesperarse por la actitud pasiva del joven, era su enemigo pero parecía una persona completamente diferente a como él creía. Aquel incómodo silencio le hacía sentir enfermo, estaba seguro que iban a ser malas noticias y se dio cuenta que no estaba preparado para recibirlas. Inconscientemente apretó los puños con fuerza pero la voz de Khal le hizo volver de nuevo a la realidad —. Te lo contaré todo si me dejáis ir con vosotros — ahora miró a Zoro a los ojos, pero era una mirada completamente distinta a la anterior. Algo le decía que ese hombre estaba sufriendo una batalla muy dura en su interior.
— Debes estar loco si crees que voy a confiar en ti.
— ¿Y que otra opción te queda? — ahora su mirada resultaba inquietante y eso le incomodó. Para su desgracia lo que había dicho era cierto, si él no daba su brazo a torcer nunca podría salvar a Luffy y eso era lo más importante, más que su orgullo.
— Hijo de... Juro que lo pagarás caro. Nunca te perdonaré por llevarte a Luffy — arrastró las palabras con odio mal contenido —. Entonces habla, vendrás con nosotros pero estarás completamente vigilado. Si veo algún movimiento extraño, acabaré con tu miserable vida — Zoro no obtuvo la reacción que esperaba del moreno, éste simplemente se limitó a sonreír. Una sonrisa tan llena de tristeza que le heló la sangre. Tras pocos segundos el caza recompensas comenzó a hablar.
— Como ya sabes Luffy ha sido capturado por la tripulación de Lein — al mencionar su nombre, Khal no pudo evitar sentir asco y nauseas hacia aquel despreciable ser, pero no debía caer ahora en la locura y dejarse llevar por sus emociones. Pronto se encontraría de nuevo con él, cara a cara —. Pero lo que ellos pretenden no es tan simple, van a pedir la recompensa por su captura.
— ¿Qué me estás diciendo? — Zoro se exasperó al instante —. Ellos son piratas, no caza recompensas, les capturarían antes de que puedan hacer nada.
— Ahí está el problema, Zoro — se acercó un par de pasos hacia el espadachín —. Han hecho un trato con un oficial corrupto de la Armada. Si le entregan a Luffy, ellos tendrán inmunidad sobre estas aguas, podrán llevar a cabo su vandalismo y sus sucios negocios sin que nadie pueda decir nada.
— No. ¡No puedo creerlo! ¿¡Cómo es posible que hagan un trato como ese!?
— Ese oficial es tan sucio y despreciable como Lein — continuó diciendo Khal —. Pero sin duda es más peligroso todavía.
Zoro se mantuvo en silencio, sintió un agudo dolor en su pecho, sabía que algo horrible iba a ocurrir, pero la realidad era...
— Él ejecutará a Luffy cuando se lo entreguen.
... Era demasiado dolorosa. Ni siquiera se atrevió a respirar al escuchar aquellas palabras, tan sutiles, tan precisas. El destino no dejaba de jugar con él, caprichoso como era estaba decidido a hacerle sufrir una y otra vez haciendo desaparecer siempre en el transcurso de su vida a las personas más importantes para él. Pero no podía culparle siempre al destino, fue por él. Recordó en ese momento la discusión que tuvo con el capitán la noche que desapareció, nunca debió dejarle solo por mucho que Luffy le hubiese gritado que lo dejase solo. El estómago se le revolvió enseguida y sintió unas incontrolables ganas de llorar, pero se contuvo al saber que no se encontraba solo en ese momento. Tragó con dificultad y giró el rostro hacia la puerta. En ese momento Zoro quería estar solo, gritarle al viento lo arrepentido que estaba por todo, llorarle al mar por no decirle la verdad a su capitán y pedirle a su cruel destino que Luffy no debía morir.
— Saldremos en menos de una hora. Hemos esperado aquí demasiado tiempo — el espadachín se acercó a la puerta con el rostro ensombrecido. Khal se percató del estado en el que se encontraba Zoro y sintió pena por él. Sabía perfectamente por lo que estaba pasando, sus caminos eran tan parecidos que aquello le sobrecogió. ¿El final de Zoro sería igual de trágico que el suyo? Khal intentó olvidar por un momento todo cuanto había vivido, era demasiado para él, su mente ya no pudo más. Supo que si pensaba demasiado en ello acabaría por hundirse en su propia miseria y eso nunca se lo perdonaría. Ahora se prometió en silencio que el destino de aquellos dos sería diferente al suyo.
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Tenía todo el cuerpo dolorido, pero no se arrepintió de los sucedido. Nunca se dejó acobardar por nadie y no iba a comenzar a hacerlo ahora y menos por culpa de ese degenerado. Cuando Lein le dejó abandonado en aquella fría, oscura y maloliente celda, sus pensamientos fueron dirigidos a una única persona. Pero ahora se encontraba solo y pensó cómo podía escapar de allí, cosa difícil pues la puerta era dura como el acero y la herida le debilitó en demasía. Poco a poco su mente fue entregada al silencio, su cuerpo rendido y cansado cayó al suelo dejándose llevar por el sueño que comenzó a envolverle. Hasta que sintió unas manos sobre él y se alarmó.
Alzó la mirada dispuesto a golpear a quien estuviese tocándole, pero para su sorpresa se trataba de aquel anciano. Tenía el rostro desencajado por el repentino despertar de Luffy y tenía en sus manos un montón de gasas y vendas. Luffy se llevó una mano a la herida del hombro, la cual estaba vendada pulcramente, sonrió y le dio las gracias a aquel hombre. Siempre aparecía para ayudarle cuando más necesitaba a alguien a su lado. El anciano no mencionó palabra, seguía tan austero como siempre y Luffy se desilusionó por no poder mantener una conversación con alguien civilizado. Tras varios minutos el anciano recogió el botiquín y se acercó a la puerta dispuesto a marcharse, pero antes dirigió una mirada algo atemorizada hacia el joven pirata.
— No deberías hacerle enfadar de ese modo — su voz mostraba preocupación por el muchacho —. El Capitán Lein es muy poderoso.
— No voy a dejarme pisotear por él — miró fijamente al anciano con una seriedad inquebrantable —. Antes prefiero morir a que ese desgraciado me domine a su voluntad.
— ¿Tan temerario eres? — preguntó el anciano —. ¿No temes a la muerte, muchacho? ¿Nada te ata a este mundo? — dio un par de pasos hacia él y vio como el rostro del pirata se sobrecogía ligeramente. Se reprochó internamente el haber hecho esa pregunta
— Yo no he dicho que quiera morir — susurró Luffy, bastante apenado. Apartó la mirada, dirigiéndola hacia el frío suelo, de pronto sintió todas sus fuerzas desvanecerse —. No antes de decirle a Zoro que le quiero.
Las palabras fueron dichas con tanta melancolía y tristeza, que el anciano sintió un fuerte estremecimiento en el corazón . Ahora una leve sonrisa apareció en el rostro del joven pirata, él tenía a alguien importante que hacía merecer la pena vivir en ese mundo. Para su desgracia su situación no era demasiado favorable y al anciano le dio reparo comentárselo al moreno, pues aunque él supiese lo que iba a ocurrir ya nada podría evitarse. Se acercó al cuerpo que permanecía sentado en el suelo y posó una de sus manos en el hombro que tenía sano.
— En ese caso, debes ser fuerte y vivir por esa persona — apretó levemente el hombro de Luffy, como si quisiera transmitirle un poco de su fuerza —. No importa cuan oscura sea tu vida, lo importante es llevar dentro siempre un rayo de luz.
Aquellas palabras dichas con tanta simpleza le llegaron al alma como un rayo de esperanza en medio de una infinita oscuridad. Sin querer evitarlo sonrió al anciano por sus palabras de consuelo. Él tenía razón, no importaba cuantos males y penurias tendría que sufrir en el camino que el destino le había otorgado, pues siempre sus pensamientos iban dirigidos a la persona que más amaba y por él sería capaz de no rendirse nunca. El anciano se levantó y se alejó hacia la puerta echando una última mirada a Luffy antes de desaparecer por ella. Esta vez sintió que le tocaba a él dar un empujoncito al destino de ese joven tan encantador. "Luffy, no puedo permitir que se extinga tu luz por la tenebrosa oscuridad de Lein. En esta ocasión, la ejecución no será tu final. No si yo puedo impedirlo". Se alejó por el sombrío pasillo mostrando una sonrisa complaciente en el rostro.
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Los días pasaban y su angustia se incrementaba a pasos agigantados. Khal les había dicho que iban en buena dirección, pero él se preocupaba cada día que pasaba al no ver ni rastro del navío de Lein. Tenían que evitar que ellos llegasen a la Isla de Somaria, si no sería demasiado tarde para Luffy. Zoro no conseguía dormir bien por las noches y eso acentuó su mal humor, ninguno de sus compañeros se atrevía a decirle nada por temor a salir mal parado en alguna de las discusiones con él. Era la primera vez que le vieron tan afectado por algo así.
Zoro se negó a pensar en nada que no fuese dar alcance a Lein, no podía desconcentrarse pues había mucho en juego. Más de lo que él deseaba. Pero había algo más que lo inquietaba. Khal permanecía junto a ellos en el barco pero parecía un fantasma que velaba en silencio. Eso le dio un mal presentimiento, ese hombre era de lo más extraño.
Esos pocos días que pasó con ellos el caza recompensas se mantenía en silencio, dando solo las suficientes indicaciones a seguir, mostrando una calma sombría que desconcertaba al espadachín. Pensó por un momento que a lo mejor aquello no era más que un señuelo, tal vez estaban cayendo en su trampa. Al fin y al cabo trabajaba para Lein ¿y si los traicionaba? Aquel pensamiento lo mantuvo en alerta por varios días, pero luego recapacitó y pensó que no tenía sentido. ¿Por qué los ayudaba entonces? Se dio cuenta que necesitaba saber más acerca de ese hombre para poder confiar en él y sin pesarlo dos veces se acercó hasta él. Khal permanecía sentado en cubierta, alejado del resto de la tripulación del Going Merry.
— No confío en ti y no es un secreto — dijo sin contemplaciones mirando fijamente al moreno que tenía a sus pies, se inclinó para poder estar a la misma altura y respiró profundamente, no estaba preparado para contar lo que tenía que decir —. Pero por el bien de Luffy, necesito confiar en ti.
— Me alegra oír eso — respondió sin más el moreno, retirando el rostro hacia un lado. Zoro se molestó con aquella actitud, agarró el mentón del caza recompensas y le obligó a mirarle a los ojos.
— Al igual que tu me has pedido que confíe en ti, tu también deberías confiar en mi — su voz sonó decidida y no soltó el rostro de Khal. Su semblante se suavizó un poco y soltó al moreno tras unos pocos segundos —. Quiero saber por qué nos estás ayudando. Debes entender que estoy arriesgando mucho con todo esto, podrías estar llevándonos a una trampa y si no me dices nada es lo que seguiré creyendo, muy a mi pesar.
El moreno hundió el rostro en su pecho, intentando decidir que hacer. Ahora no podía dejarse llevar por sus sentimientos, sería su perdición. Pero Zoro tenía razón en algo, si no confiaba en él esa misión sería un desastre, no debían desconfiar entre ellos si estaban en el mismo bando. Si le explicaba todo a Zoro entendería por qué le estaba ayudando. Alzó de nuevo la vista hacia Zoro y comenzó a hablar. Decidió contarle toda la verdad por muy dolorosa que fuese.
— Yo no pertenezco a la tripulación de Lein, Zoro — se sorprendió del sonido de su propia voz, parecía de ultratumba. Sin vida —. Sólo había una cosa que me ataba a ese bastardo, pero se podría decir que ahora ya soy libre.
— ¿Tan importante era que obedeciste sin rechistar para secuestrar a Luffy? — Zoro no quiso sonar tan duro, pero no pudo evitarlo. Intentó calmarse un poco masajeándose la sien con suavidad.
— Digamos que era... — sus palabras murieron en un susurro —. Mi única razón de vivir — pensar en él era doloroso ¡y tanto que lo era! Cuando quedó inconsciente recordó el día que le conoció. La vida podía ser tan maravillosa como cruel. Él no quería recordar. Quería evitar pensar en él, en su dulce voz, la suavidad de su piel, la delicadeza de su tacto y el calor de su cuerpo. Pero sobre todo, quería olvidar ese sentimiento de culpa que lo embargaba, sintió que le había fallado, que lo había abandonado. A veces ese sentimiento era tan intenso que le entraban ganas de gritar desesperadamente. Pero ahora Zoro le pedía de nuevo recordar, contar todo lo que sufrió, todo lo que amó y lo que perdió. Pero, ¿quien era él para negarse? Ahora debía confiar en él y seguir adelante —. Todo comenzó cuando Lein me contrató para secuestrar a un contrabandista.
Zoro escuchó el relato en silencio, sentado frente al moreno. No se atrevió a interrumpirle aunque en algunos momentos hubiese deseado hacerlo debido a algunas situaciones por las que había sufrido aquel hombre. Ahora se daba cuenta de la similitud que había entre ellos. Ambos vivían solo por y para la persona que amaban, pero si esa persona ya no estaba en el mundo, ¿que futuro le depararía? Aquel pensamiento le llenó de pesar el corazón, él no podría vivir sin él. Si Luffy moría, él seguiría sus pasos.
***FLASHBACK***
Su investigación comenzó a tomar un nuevo rumbo más favorable, aquel contrabandista cambió de nombre para borrar sus huellas pero Khal consiguió dar con su paradero. El único problema era que no estaba en casa. Aguardó allí todo el día, escondido en una de las habitaciones esperando que ese hombre llegase algún día. No le incomodó estar allí esperando a su víctima, pues era en esos momentos cuando podía organizar un poco sus pensamientos. Desde que conoció a Kian su mente era la representación ideal del caos. Sin saber cómo decidió que iba a llevarse con él al joven muchacho, pero ahora se dio cuenta de las consecuencias que aquello produciría, sería demasiado peligroso para ambos.
Pero él no quería dejarle con Lein. El capitán le trataba como basura y pensó que tal vez le dejaría marchar a cambio del trabajo realizado. Lanzó un suspiro cansado mientras observaba por la ventana como el sol se ocultaba tras el horizonte, llenando el cielo de colores anaranjados y rojizos. Entonces escuchó como abrían la puerta principal de aquella casa medio derruida. Su presa al fin había aparecido.
**********
El humor del capitán pareció cambiar al ver el "regalito" que Khal le envió esa tarde. Tras desaparecer con el hombre en una de las habitaciones de la posada "Los cuervos", su tripulación esperó paciente en el salón principal. Horas más tarde Lein fue el único en salir de aquel cuarto y tras mostrar una sonrisa satisfactoria alzó una botella de ron brindando por su banda y toda la tripulación. En seguida se le unió el resto de sus compañeros y la celebración pareció no tener fin.
Khal observó en silencio el entorno, esperando encontrar aquellos ojos verdes que le habían hechizado, pero el joven Kian no parecía estar invitado a la juerga de su "amante". Decidió que era el momento oportuno para hablar con Lein. Le pediría la custodia de su esclavo a cambio del trabajo, ni si quiera le interesaba el dinero en ese momento. Además Lein ya le había ofrecido al muchacho en una ocasión, no parecía tan importante para él, solo era un capricho. Se acercó a él interrumpiendo la escena bochornosa que tenía ante sí. Lein parecía estar ocupado con uno de sus hombres, pero sin pensarlo dos veces Khal se sentó frente a él.
— Oh, Khal — apartó a un lado al hombre que ya estaba comenzando a desnudar —. Bien hecho, muchacho.
— Es mi trabajo.
— Así es — metió la mano en el bolsillo y al instante dejó una bolsa marrón llena de monedas de oro sobre la mesa —. Aquí tienes tu paga. Espero que sea suficiente — añadió dejando claro que no iba a ofrecerle más aunque se lo pidiera de rodillas.
— Sobre el pago — comenzó a decir Khal, pero Lein le cortó de lleno, dejándole con las palabras en la boca.
— Si vas a mencionar lo del adelanto, te recuerdo que dije "tal vez" — mencionó el capitán —. No me pareció apropiado dártelo, disculpa mi desconfianza. Pero ahora lo tienes todo ahí — dijo señalando la bolsa.
— ¿Eh? Pero... — Khal estaba más confuso que nunca, ¿acaso no le envió a Kian como parte del pago? Abrió desmesuradamente los ojos, completamente confundido. ¡Kian le había mentido! Intentó recuperar la compostura pero su mente aún se preguntaba por qué Kian hizo algo así. Ahora todos sus planes se habían ido con el viento, no podría llevarse a Kian.
— Bien... — asintió Lein algo receloso por el comportamiento de Khal —.
Me alegra que no haya objeciones, Calavera Negra. Siéntete libre de unirte a nuestra fiesta, mañana ya nos marcharemos de aquí.
— Agradezco la oferta, pero llevo un día horrible. Volveré a mi cuarto y mañana también me iré — sin esperar respuesta por parte del capitán, Khal se marchó en dirección a las habitaciones. Antes de desaparecer por la puerta echó un último vistazo a Lein, pero al parecer éste se encontraba de nuevo ocupado con sus "asuntos libidinosos".
**********
Khal subió rápidamente las escaleras que llevaban a la alcoba del capitán, tenía que hablar con Kian urgentemente ahora que se sentía lo suficiente capaz para encararle. Iba a llamar a la puerta cuando sintió escapar parte de su ira, así que sin más abrió la puerta y la cerró de un portazo cuado entró en la habitación. El rubio le miró sorprendido, con los ojos abiertos de la impresión. Khal tuvo que contenerse para no lanzarse a sus brazos, tenía que permanecer neutral para aclarar aquella situación.
— ¡Me mentiste! — sin quererlo, Khal comenzó con la única frase que no quería mencionar. Pero algo dentro de él removió un sentimiento demasiado fuerte como para ignorarlo, se acercó un par de pasos más intentando no parecer furioso pero no lo consiguió —. ¡Lein no te ofreció como pago, tú le perteneces! ¿Y si se llega a enterar? ¡Él podría matarte! ¡¿No te das cuenta?!
Khal subió inconscientemente el volumen de su voz, se percató de ello demasiado tarde, pero aquella situación lo sobrepasaba. Intentó calmarse un poco para no asustar al muchacho y respiró profundamente alzando de nuevo la vista hacia el rubio. Pero Kian permanecía estoico, de pie junto a la cama. Se acercó a Khal y le miró a los ojos.
— Lein no me da miedo — Khal no esperó esa respuesta —. Y no me importa.
— ¡PERO A MI SÍ! — gritó lleno de rabia. El pasotismo de Kian lo desesperaba, él deseaba su bienestar y al rubio parecía no importarle nada. Suspiró en alto dando varios pasos de un lado a otro, masajeando su frente para poder pensar con claridad —. Dios, no, esto no puede estar ocurriendo — se detuvo en seco y fijó su mirada en la de Kian —. ¿Por qué lo hiciste?
Kian no apartó la mirada interrogativa de Khal y se acercó a él, lo suficiente para que sus cuerpos se rozasen levemente. Su expresión indiferente cambió por una sonrisa tan dulce y al mismo tiempo triste, que las defensas de Khal terminaron por caer derrotadas.
— Porque quería saber que se siente al estar junto a la persona amada. Yo sólo quería amarte aunque fuese únicamente por una noche.
Aquellas palabras mencionadas terminaron por hacerle ceder ante él. Khal ya no pudo resistirse más y atrajo la boca de Kian hacia sus labios, deseando fundirse con él eternamente. Kian correspondió el beso con delirio, abrazando con pasión el cuerpo del moreno. Por un momento se olvidó de su situación, del tiempo y de Lein. En sus pensamientos únicamente aparecía Khal. Aquella noche le entregó su corazón y su cuerpo. Ofreció todo su ser a ese joven que le había enamorado desde el primer momento que le vio, aunque aquello significase desafiar a la muerte, su sentencia.
**********
La luna llena iluminaba sutilmente las dos oscuras figuras que huían entre las sombras. Ambos iban encapuchados, deseando no ser vistos por miradas ajenas. El viento soplaba con fuerza mientras se acercaban al puerto, sus pisadas eran apresuradas y comenzaron a buscar el barco del caza recompensas para escapar. Khal estaba tan concentrado en su tarea que no se percató de la sombra que les seguía los pasos.
El barco no era tan grande como el de Lein, pero era muy veloz y eso les daría ventaja. Kian subió a bordo mientras Khal quitaba los amarres. Al terminar subió a la borda pero en ese momento recibió un golpe en la cabeza que le dejó tirado en el suelo sin poder moverse correctamente. Intentó incorporarse pero una nueva oleada de golpes le dejaron en el suelo, cubierto de sangre. Escuchó la voz de Kian suplicando que parasen, pero no parecían hacerle caso hasta que oyó unas pisadas acercarse a él. Alguien le agarró del cabello alzándole del suelo y por desgracia sabía que rostro iba a contemplar a continuación.
— Me la has jugado bien, Calavera Negra — sus ojos reflejaban una ira imposible de ignorar, como si fuesen pequeñas llamas del infierno —. ¡Nadie roba lo que es mío! — volvió a golpear al moreno, esta vez en el estómago haciéndole inclinarse por el reciente dolor —. ¡¡Él me pertenece!! ¡¡ES MÍO!!
— ¡¡BASTA!! — Kian logró zafarse de sus captores y se interpuso entre Khal y Lein — fui yo quien le pidió que me dejase ir con él, déjale marchar y me quedaré contigo.
— ¡Maldito insolente! — le agarró del delicado cuello —. ¡Tú no mereces mi perdón!
— No me... importa morir... — su voz era entrecortada debido a la presión que ejercía Lein en su cuello —. Pero... déjale en paz... él no tiene la culpa...
Su respiración iba siendo cada vez más pausada y sintió perder la consciencia, pero entonces Lein le soltó tirándole al suelo. Cuando se recuperó vio como Khal había golpeado en el tobillo a Lein para que le soltase. Lein volvió a atrapar a Khal por los cabellos y lo acercó a su rostro, contemplándole con una mirada extraña. Aquello heló la sangre del rubio, algo malo iba a pasar. Lo presintió.
— Lein... — Khal no se iba a rendir, debía hacer algo para salvar a Kian de las garras de ese hombre —. A ti él no te importa nada en absoluto, únicamente lo tienes por aquella estúpida deuda — sintió los dedos de Lein aferrándose con mas fuerza en su cabeza —. Yo la pagaré por él. Trabajaré para ti.
Lein le observó detenidamente, interrogándole con sus profundos ojos oscuros. Eso era una buena oferta, Calavera Negra era muy útil, más que Kian y también era realmente atractivo. Pensó en ello varios minutos, nadie mencionó palabra hasta que Khal volvió a hablar.
— Saldrás ganando si trabajo para ti — afirmó —. Pagaré la deuda de Kian e incluso más rápido que él. Pero a cambio quiero algo.
Lein alzó la ceja sabiendo lo que el moreno iba a proponerle.
— Él queda libre — dijo refiriéndose a Kian. El rubio únicamente negó con la cabeza, las lágrimas amenazaban con caer de sus ojos.
— Eso no es factible, Calavera Negra — mencionó el imponente capitán —. Él quedará bajo arresto mientras trabajes para mi. Cuando pagues su deuda, le soltaré.
Khal le miró desconfiado, no se fiaba de ese hombre, pero ¿que otra opción le quedaba?
— De acuerdo — fue Kian quien habló en esta ocasión —. Me quedaré hasta que la deuda sea pagada y luego nos dejarás marchar a los dos — dijo con un tono desafiante hacia Lein.
— Por supuesto — sonrió con sorna mientras soltaba a Khal —. Juro que así se hará — Khal encaró al capitán mirándole con odio.
— Pero antes debes prometerme una cosa — Lein miró al moreno con desdén, pensando que otra tontería iba a soltar ahora el joven caza recompensas —. Prométeme que no le pondrás una mano encima. No le toques, ahora él es mío — sus palabras eran decididas y llenas de fuerza, Lein simplemente le miró con asco pero al instante mostró una falsa sonrisa en su rostro.
— Lo prometo, pero espero que también cumplas tu parte del trato — Lein se alejó de ambos, ordenando algo a varios de sus hombres. Mientras tanto Khal se acercó a Kian, el cual no dudó un instante en abrazarle.
— Prometo que esto acabará pronto, Kian — le susurró al oído —. Te sacaré de aquí, tu solo espérame. Volveré por ti, te lo prometo.
— Khal... — sus lágrimas caían silenciosas por la mejilla — debiste dejarme, podías haber sido libre.
— No podía abandonarte — acercó su frente a la del rubio y permaneció allí un instante.
— Pero, ¿y si él te...?
— No digas nada, no pienses en ello — le hizo callar dándole un tierno beso en los labios, aun podía sentir la calidez de su cuerpo desnudo sobre el suyo, hace apenas unas horas atrás —. Sólo piensa que vendré por ti, cuando eso suceda seremos libres — Kian fue quien tomó la iniciativa en esa ocasión, dándole un apasionado beso, suspirando con fuerza, aspirando el dulce olor del moreno y sintiendo su calida lengua en la boca. Al terminar el beso Khal acercó sus labios al oído del rubio y susurró dulcemente —. Te amo.
El rubio abrió los ojos al instante, asimilando aquellas palabras mencionadas que tanto deseaba oír de los labios del moreno. En ese momento dos hombres agarraron a Khal y lo separaron de él. Lein les ordenó llevarlo al camarote de ese barco y éstos obedecieron al instante, pero antes de que desaparecieran escaleras abajo Kian gritó.
— ¡¡Yo también!! — sin poder evitarlo echó a correr en la dirección que se llevaban a Khal —. ¡¡YO TAMBIÉN TE AMO, KHAL!!
Pero unos fuertes brazos le impidieron seguir su carrera, se enfrentó a la extraña mirada que mantenía Lein en sus ojos. Kian sintió un escalofrío recorrer toda su espalda y se apartó de él de un salto. Lein no dejaba de observarle y de repente, sonrió.
— Pequeño bastardo, gracias a ti ahora tengo un juguete nuevo ¿no te parece interesante? — su fría mirada atravesó la pálida de Kian. De pronto un hombre le ató ambas manos y le llevó dirección a las celdas del barco de Lein, amarrado a pocos metros de allí. Pero antes de perder la vista a ese odioso capitán, éste continuo diciendo —. Prometo divertirme mucho con él, me recuerda a un gato. Siento que no puedas unirte a la fiesta.
Aquellas palabras quedaron grabas a fuego en su mente. Pero lo único que deseaba es que Khal estuviese bien y se aferró a la esperanza de que todo se solucionaría. Pronto volvería a ver a Khal junto a él. Juntos podrían tener una vida alejados de Lein, sin miedos, sin sueños rotos y entonces recordó las palabras de su amante antes de huir de la posada "Nos iremos los dos juntos, seremos libres. Viviremos libres."
***FIN FLASHBACK***
Zoro no pudo ocultar su asombro al escuchar la historia de Khal. Cada momento que pasaba odiaba más a ese maldito capitán. Sintió lastima por ambos amantes, sus vidas fueron cruelmente separadas y destrozadas. ¿Y si le ocurría lo mismo a Luffy? Se llevó una mano a la boca intentando respirar con tranquilidad pero le fue imposible. Alzó de nuevo la mirada hacia Khal y vio como una solitaria lágrima caía rebelde por la pálida mejilla. Por inercia acercó su mano al rostro del moreno y borró todo rastro de aquella lagrima, como si nunca hubiese estado allí. Con ese gesto Zoro intentó mostrarle consuelo. Y sobretodo, su perdón.
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Ni siquiera sabía la hora que era. Intentó dormir para que el tiempo no le pareciese tan eterno pero ni eso lo animaba. Además hacía tiempo que no comía nada y se sentía débil. Echaba de menos la carne, filetes recién sacados del horno, calientes, cocinados por Sanji. Su estomago rugió. Intentó no pensar en comida y exasperado se levantó tocando a tientas la pared para buscar la puerta. Decidió que era hora de dar la lata y con sus manos aun esposadas comenzó a dar golpes una y otra vez en la puerta de metal. Entonces notó algo raro. Dejó de golpear a diestro y siniestro, acercándose más a la puerta. La empujó con un poco de fuerza y ésta se abrió lentamente.
Luffy quedó pasmado. Necesitó un par de segundos para procesar lo ocurrido, ¿era libre? ¿Cómo era posible eso? Atravesó el umbral y reconoció aquel pasillo de las celdas. Entonces la imagen del anciano apareció en su mente como un rayo. Casi exclamó en alto por la emoción pero se auto tapó la boca con las manos para no hacer ruido. Nunca podría agradecerle a ese hombre todo lo que había hecho por él. Sintió una inmensa felicidad en su cuerpo y comenzó a avanzar cautelosamente. De pronto recordó que estaba en un barco, un barco que estaba rodeado de agua. Agua por todas partes. ¿¡Cómo demonios iba a escapar entonces!? Maldijo en silencio su mala suerte cuando notó como el barco se detenía lentamente. Tal vez no tenía tan mala suerte, después de todo.
Subió a cubierta silenciosamente, pero era imposible salir sin más sin que le descubriesen. Todo el mundo estaba atareado amarrando el barco en el puerto, entre otras cosas y órdenes de Lein. Entre todo el barullo Luffy aprovechó para mezclarse entre la multitud para luego esconderse tras unos barriles cerca del muelle. Echó una rápida mirada al vacío y vio las aguas tranquilas del mar. Por ese lado era casi imposible escapar sin tocar el agua, con un poco de suerte tal vez no cubría demasiado.
Estaba tan sumido en sus pensamientos que no vio cuando un tripulante lanzó una embestida contra él que lo dejó aturdido en el suelo. Cuando se incorporó tenía a tres más rodeándolo. Sacó fuerza de flaquezas y tan rápido como un torbellino escapó entre las piernas de uno de ellos. Pronto un griterío inundó el navío y ya no pudo seguir huyendo. Le tenían completamente acorralado.
— ¡Ah! Joder — Luffy miró a su alrededor, desafortunadamente todo había sido en vano. Por una vez en su vida había deseado no haberse tomado aquella maldita fruta. Pero las cosas empeoraban, Lein se acercó lentamente al círculo formado por sus hombres y se detuvo frente a Luffy.
— Bonito intento de fuga, no se como demonios has podido escapar de esa celda — lanzó una mirada asesina al rededor hasta fijarse de nuevo en Luffy —. Pero eso ya da igual, ya hemos llegado a Somaria.
— Oh, no. Mira que tengo mala suerte... — Luffy suspiró resignado
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La luna ya se encontraba en lo alto del cielo cuando Usopp divisó una isla a lo lejos. Zoro se asomó para verlo mejor, ya estaban llegando. Sanji salió de la cocina para ver porqué tanto alboroto y se dio cuenta al instante al ver a todos mirando el horizonte. Nadie mencionó palabra alguna, el silencio se hizo aún más espeso. Su mirada se dirigió al instante a aquella isla, apenas estaban cerca y ya parecía enorme. Tendrían suerte si encontraban a su capitán.
— ¿Esa es la isla? — preguntó Nami, mirando a Calavera Negra.
— Así es — se alejó un par de pasos —. Es Somaria — el moreno se marchó dejando a los demás absortos en sus pensamientos.
— Es la isla... — Zoro hablaba más para si mismo que para los demás — eso significa que Luffy ya está allí. Hemos llegado tarde.
Sanji se acercó al espadachín y apretó su hombro con firmeza, quiso mostrarle que no se encontraba solo. Nami sonrió a ambos, ella nunca se rendiría. Chopper observó la enorme isla, decidido a encontrar a su capitán. Usopp deseaba mostrarle a sus compañeros el valor que Luffy le infundaba. Y Robin presintió algo, realmente Luffy estaba allí, él los unía a todos. Esta vez les tocaba a ellos salvarle.
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Aquella era la noche acordada, ahora todo cuanto quería lo tenía al alcance de sus manos. Se levantó del cómodo sillón aterciopelado, cogió una copa de vino y se la llevó a los labios saboreando lentamente el exquisito liquido. Una mordaz sonrisa iluminó su semblante mientras se acercaba al ventanal de la lujosa mansión y observó el exterior con minuciosidad. La luna llena permanecía solemne en lo alto del cielo, su tenue fulgor iluminaba la hermosa ciudad construida cerca del puerto y sobre el nacimiento de una enorme montaña. Desde aquella ventana podía ver todo el paisaje formando un cuadro perfecto. El mar parecía calmado y algo en su interior le dijo que el navío de Lein ya estaba anclado en el puerto. Tras unos minutos alzó la copa en señal de brindis y bebió de nuevo otro trago de vino.
— A tu salud, Luffy D. Monkey.
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Continuará...
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