martes, 2 de febrero de 2010

Espejismo. Capitulo VI


Autora: Amethyst
Parejas: ZoroxLuffy
Genero: Romántico, acción, tragedia
Clasificación: R: No apto para menores de 17 años
Advertencias: Lemon
Tipo: Multichapter
Status: Finalizado


CAPITULO VI


"Desde aquella ventana podía ver todo el paisaje formando un cuadro perfecto. El mar parecía calmado y algo en su interior le dijo que el navío de Lein ya estaba anclado en el puerto. Tras unos minutos alzó la copa en señal de brindis y bebió de nuevo otro trago de vino.

— A tu salud, Luffy D. Monkey."


Calavera Negra reconoció el navío de Lein, estaba anclado en el puerto a varios metros del Going Merry. Abandonaron la seguridad de su barco y se dispusieron a marchar calle arriba. La noche era bastante fría y una suave brisa comenzó a soplar. El silencio de aquellas sombrías calles era imperturbable, únicamente el sonido de sus pasos rompía la monotonía del lugar. Robin no presintió nada bueno al notar tan abandonada la zona del puerto y se detuvo al sentir varias presencias cerca de ellos. Sanji la miró extrañado pero no mencionó nada y también se quedó junto a ella, comprendiendo al instante lo que ocurría. Zoro y Calavera Negra, que iban en cabeza, se giraron por el extraño comportamiento de ambos. No debían detenerse pues lo único que no tenían era tiempo.


— ¿Se puede saber que os pasa? — inquirió Zoro bastante enojado —. ¡Vamos! Tenemos que encontrar a Luffy.


— De eso tendrás que encargarte tú, Zoro — le contestó el cocinero con tranquilidad, sacó uno de sus cigarrillos y tras prenderle fuego se lo llevó a los labios —. Tenemos compañía, creo que es hora de que nosotros nos divirtamos un poco.


— ¿Eh? — Nami miró al rededor asombrada, ella no se había dado cuenta de todos los piratas que les habían estado vigilando entre las sombras hasta que aparecieron, rodeándoles por completo —. Que mala suerte, ¿sabían que llegábamos?


— ¿Cómo es posible? — preguntó Usopp un poco asustado.


— ¡Maldita sea! — Zoro no podía creer la mala suerte que tenía, aquello no se lo esperaba y sin pensarlo alzó su mano al mango de una de sus katanas —. Pues acabemos con ellos.


— De eso nos encargaremos nosotros — Zoro miró fijamente a la mujer que había mencionado esas palabras tan fríamente. Robin se mantenía impasible —. Tú y Khal debéis alcanzar a Luffy.


— ¡Ni hablar! — protestó el espadachín, era cierto que deseaba ir tras Luffy pero no podía abandonar a sus compañeros —. No voy a dejaros tirados en esta situación, son demasiados.


— ¿Por quién nos tomas, espadachín de mierda? — protestó Sanji simulando que estaba ofendido por sus palabras —. Esto es un calentamiento para nosotros.


— Será mejor que os deis prisa — la voz de Chopper también sonó decidida —. Ahora lo más importante es traer de vuelta a Luffy con nosotros.


— Ellos tienen razón — Nami se preparó para la batalla que tendría lugar en unos pocos segundos. Observó a aquellos piratas, eran demasiados pero debían entretenerles para que ellos dos pudiesen llegar hasta Lein y su capitán —. Además, todos sabemos que estás deseando encontrarte con nuestro despistado capitán, ¿no es así?


Zoro no consiguió mencionar palabra, se había quedado sin habla ¿Tan evidentes eran sus sentimientos? Se sintió bastante cohibido por ello pero no era momento para hablar de esas cosas, sus compañeros estaban dispuestos a arriesgar sus vidas por él y por Luffy. Nunca creyó que pudiese existir una amistad como la que tenían, ese pensamiento le hizo sentirse completamente orgulloso de ellos. El enemigo se fue acercando lentamente y sin perder más tiempo Zoro agarró a Khal corriendo calle arriba tan rápido como una gacela. Los piratas de Lein no presintieron ese movimiento y tras la sorpresa inicial se lanzaron furiosos hacia los cinco restantes. Zoro escuchó de lejos como la batalla daba comienzo. Únicamente el viento arrastró el susurro que nació en los labios del espadachín.


— Gracias, chicos.


**********


Le llevaron a empujones por las oscuras calles, custodiado por dos hombres. Lein iba caminando delante de él con un arma de fuego en la mano, de vez en cuando lanzaba una furtiva mirada en su dirección pero Luffy intentaba ignorarle. Detrás de él había otros cuatro hombres más. Se sentía realmente cansado, estaba harto de caminar cuesta arriba. La ciudad era bastante grande y se dio cuenta enseguida que estaba pavimentada sobre una montaña y, al parecer, su destino se encontraba arriba de ella. Miró hacia allí y no muy lejos pudo observar una enorme mansión bastante cuidada. ¿Sería allí donde le llevaban? No tuvo que pensar mucho más en ello pues comenzó a notar que alguien los seguía, giró el rostro hacia atrás pero solo alcanzó a ver unas veloces sombras esconderse tras una esquina.


Lein estaba concentrado en seguir su camino en silencio, dentro de poco conseguiría su premio por todas las molestias que había sufrido. Observó intrigado al hombre de goma y cómo éste lanzaba una mirada a las sombras. Aquello le dio un mal presentimiento y sin pensarlo agarró a Luffy del brazo y echó a correr rápidamente sin importarle si sus compañeros les seguían o no. En ese momento vio dos sombras cruzarse ante dos de sus hombres y al instante ambos cayeron inertes al suelo. Lein no cabía en su asombro, por un momento quedó completamente paralizado. Era imposible que alguien los hubiese seguido, dejó al resto de su tripulación en el puerto por si había problemas pero nunca imaginó que les podían asaltar. Agarró a Luffy más fuerte y echó a correr sin demora.


Luffy echó una mirada atrás intentando ver el rostro de ambos hombres. Pudo ver como derrotaron al resto de los compañeros de Lein y dejó escapar un suspiro de asombro, reconoció al instante esa forma de pelear. Casi parecía imposible lo que sus ojos estaban viendo. Una agradable sensación de alegría recorrió su cuerpo e intentó despegarse de Lein sin éxito. Los estaba perdiendo de vista y eso le alarmó hasta que notó como Lein tropezaba directo al suelo. Sin poder creérselo aprovechó esa oportunidad para salir corriendo y perderse por una de las calles de la ciudad. Lein maldijo su mala suerte, se llevó una mano a la pantorrilla sacando la daga que uno de esos hombres le había lanzado y sin perder más tiempo puso rumbo hacia la dirección que había tomado el sombrero de paja.


Atravesó varias calles pero no le encontró por ningún lado, ese bastardo se había escondido estupendamente. O al menos eso pensó hasta que escuchó como unos pasos apresurados salían despavoridos entre unos escombros cerca de donde se encontraba. Vio la sombra del muchacho alejarse a una velocidad asombrosa y le siguió deseando darle alcance. Tras varios minutos jugando al gato y al ratón, Lein comenzó a perder la poca paciencia que le quedaba y tras ver como el chico de goma fue directo a un pequeño parque decidió alzar su pistola y le apuntó con ella.


La bala pasó a menos de un centímetro de su rostro. Se detuvo en seco, observando la bala incrustada en el tronco que tenía enfrente. Dio media vuelta y vio a Lein a pocos metros de él, le lanzó una mirada llena de asco y odio, mientras apretaba los puños con fuerza.


Lein se iba acercando lentamente hasta su presa y comenzó a reír a carcajadas. Sus planes nunca se verían truncados, alzó la pistola y deseó acabar con ese problema en ese mismo instante pero decidió saborear la victoria un poco más. Se acercó al muchacho con tranquilidad, a cada paso que daba el moreno también se apartaba hasta que colisionó con el árbol y no pudo crear más espacio entre su cuerpo y el de Lein. No dejó de observar esos ojos que tanto odiaba.


— Que dócil estás, sombrero de paja — apoyó ambos brazos en el tronco del árbol, sin dejar ni un espacio entre su cuerpo y el del joven —. Esa mirada tan tranquila no te favorece nada. Que sepas que no podrás huir de mí. ¿O tal vez ya te has dado por vencido?


— ... — el moreno alzó más su rostro mostrando una leve sonrisa —. Eso te gustaría, ¿verdad? — susurró sensualmente —. ¡Tsk! Lástima que no seas mi tipo.


Lein alzó una ceja extrañado sin dejar de observar al muchacho, algo parecía diferente en él.


— Venga, dime ¿que vas a hacerme? — mantenía la sonrisa sin inmutarse —. ¿Al fin te has decidido a violarme?


— Será mejor que no me des ideas — acercó aun más su cuerpo, notando la calidez que desprendía el más joven.


— O tal vez... — mordió sutilmente sus labios — ... Yo podría sacarte las entrañas — en esta ocasión le miró maliciosamente lamiendo sus propios labios. Lein se agitó incomodo al oír ese comentario, se separó un poco de él y le apuntó con el arma.


— Dudo que puedas hacer eso, además de estar esposado careces de fuerzas — Lein presintió que algo se le escapaba. Sintió demasiadas emociones contradictorias en su interior, odiaba a ese muchacho al igual modo que le atraía, pero más que nada deseaba verle muerto, verle sufrir y suplicar por piedad. Pero su comportamiento le estaba confundiendo y no se lo podía permitir. Él nunca sintió inseguridad por nada, hasta ahora.


— Cierto, estoy esposado — dijo como si se le hubiese olvidado de pronto —. Tendremos que estar en igualdad de condiciones, ¿no te parece? — en ese instante y sin que Lein se lo esperase, el moreno separó sus manos de un tirón y los grilletes cedieron como si fuesen de papel, dejando a Lein pasmado.


— ¡Eso no es posible! — alzó más el arma en dirección a la cabeza del joven y se apartó otro paso —. ¡Están hechas de kairouseki!


— Ya te lo dije — la maldad reflejada en sus ojos heló la sangre de Lein, le sonrió maliciosamente y susurró —. Voy a matarte.


Lein abrió los ojos por la sorpresa, ahora comprendió todo y sintió como la rabia se apoderaba de él. Le habían engañado y eso nunca se lo perdonaría, acabaría con él de una vez por todas. Sin pensarlo disparó hacia el moreno pero éste le esquivó velozmente situándose tras la espalda de Lein dispuesto a golpearle. Le dio con tanta fuerza que salio disparado hacia el árbol, cayendo al suelo al instante. El moreno le observó desde donde estaba, al fin dejó de utilizar su poder de la ilusión mostrándose tal y como era. Khal se acercó al ver que Lein no se movía de su sitio y le alzó del suelo sin ceremonias. Pero Lein tan rápido como el rayo le hincó la daga que anteriormente le habían lanzado, incrustándosela en el muslo derecho. Khal dio un par de pasos atrás, reprendiéndose mentalmente haber sido tan descuidado. Sacó la daga e intentó incorporarse antes de recibir un golpe que iba dirigido a él.


— ¿¡Cuantas veces tendré que matarte!? — Lein permanecía completamente furioso, con el rostro desencajado por la cólera. Pateó el cuerpo de Khal mientras intentaba buscar con la mirada donde había caído su arma.


Pero Khal rodó hacia un lado, enseguida se incorporó y lanzó varios golpes con sus puños en el cuerpo de Lein, dejándole prácticamente sin aire en los pulmones. Al caer al suelo, Lein vio como Khal se acercaba hasta él con la mirada llena de fuego por la ira. Le agarró del cabello y le empotró contra el tronco del árbol una y otra vez hasta que sintió como el cuerpo del pirata comenzaba a flaquear. Sin mencionar palabra tomó la daga con la que le había herido y sin dejar de mirarle a los ojos se la hincó en el hombro derecho. El hombre dejó escapar un leve gemido de dolor, pero no lo suficiente para que Calavera Negra se sintiese satisfecho. Volvió a sacar la daga y en esta ocasión se la clavó en el hombro izquierdo, haciendo un giro con ella. Ahora Lein dejó escapar un grito ahogado, mirando con odio al moreno.


— Me juré que ibas a sufrir más de lo que sufrió Kian — su mirada no perdió intensidad, sin dejar de amenazar al capitán —. Ésta será mi venganza. ¡¡POR ARREBATARME MI VIDA!!


Arrancó de nuevo la daga y esta vez agarró con fuerza el rostro de Lein haciéndole sacar por la fuerza la lengua, y sin contemplaciones Khal se la cortó de cuajo. Ahora sus gritos si eran producidos por el terrible dolor que le desgarraba y del miedo que sentía. Khal se sintió feliz por el sufrimiento que padecía aquel hombre, la sangre inundó casi todo el pecho del capitán y también sus propias manos pero no le importó. Alzó la daga hasta el cuello de Lein y le miró fríamente.


— Tu fin está próximo Lein. Ahora seré yo quien arrebate tu vida. Saluda a la muerte de mi parte.


¡¡BANG!!


Sin poder dar crédito a lo que veía, su cuerpo quedó completamente inmóvil mientras la sangre de Lein salpicaba todo su rostro. Sus ojos se abrieron de para en par, donde hacía unos instantes estaba la cabeza de Lein, ahora se encontraba una masa de carne y sangre imposible de reconocer. Le habían volado, literalmente, la cabeza. De la impresión del disparo se dio cuenta que la daga había caído de sus manos, iba a recogerla cuando una voz le detuvo y le obligó darse la vuelta. Esa fría y despiadada voz le congeló la sangre. Casi por simple curiosidad e inercia obedeció a ese hombre, temiendo encontrarse con quien suponía que era. Sus temores fueron fundados demasiado rápido, solo vio a aquel hombre en una ocasión y deseó no encontrárselo de nuevo. Para su desgracia ese deseo no se hizo realidad.


**********


Luffy corría por aquellas calles intentando alejarse del capitán Lein, pero cuando sintió que sus piernas flaqueaban se dejó caer agotado en una de las esquinas del callejón donde se encontraba, totalmente perdido. No tenía idea de si Lein le seguía los pasos pero la mera idea de que así fuese le ahogó un sentimiento desazonador. Intentó recuperar el aliento para seguir calle abajo y poder encontrarse con sus compañeros. El pirata sabía que lo que vio no era una ilusión, pudo jurar que había visto a Zoro. Una sonrisa iluminó su semblante, sus compañeros le habían seguido y venían a ayudarle. Ese pensamiento le hizo sentirse nuevamente con ganas de salir de esa pesadilla. Dirigió la vista a sus manos esposadas, estaba deseando poder quitárselas de una maldita vez, le estaban absorbiendo toda su energía.


Se levantó de allí y sigilosamente se dirigió calle abajo, sorteando las avenidas grandes por si veía a Lein y a sus hombres. Los callejones tampoco le parecían seguros pero en caso de emergencia podía ocultarse en ellos, entre las sombras. Se asomó a una de las calles cuando un ruido le hizo volverse rápidamente. Suspiró aliviado al darse cuenta que se trataba de un gato. Volvió a girarse para continuar su camino cuando sintió una poderosa mano cubrirle la boca. Algo asustado intentó patalear para que le soltasen, pero su captor no parecía inmutarse con eso, al contrario, se pegó aun más a su cuerpo. De pronto sintió como los labios de ese hombre se acercaban su oído, haciéndole erizar la piel con su contacto.


— Ssshhhhhhh.


Luffy sintió como la mano que le apresaba se soltaba suavemente hasta que le dejó libre y sin pensarlo se giró para ver el rostro de quien más deseaba ver en esos momentos. Sus ojos se abrieron de emoción y sin poder contener sus ganas de abrazarle se lanzó al cuello del espadachín con fuerza.


— ¡¡Zoro!! — se agarró a su camisa blanca con intenciones de no querer despegarse de él.


— Luffy... — dejó escapar un largo suspiro, aliviado al ver que su capitán estaba a salvo. Su plan había funcionado —. ¿Te encuentras bien? ¿Te han hecho daño?


— ¿Y los demás? — inquirió Luffy sin responder a las preguntas de Zoro, todo era demasiado bonito para ser verdad, sin quererlo imaginó que de un momento a otro Zoro desaparecería de su lado. Al pensar en eso se aferró con más fuerza al espadachín.


— Ven, tenemos que escondernos, aquí no estamos a salvo — su corazón latió con tanta fuerza que pensó que Luffy lo notaría al estar abrazado a él y eso le hizo sonrojar —. Hablaremos allí — señaló una posada que parecía estar cerrada.


Sin despegarse de su capitán, lo guió hasta la posada. Con mala gana el mesero les ofreció una habitación, pero Zoro le pagó de más para que mantuviese la boca cerrada por si alguien venía a preguntar por forasteros. Al ver todas las monedas que le ofrecía, el mesero se tragó su orgullo y les guió hasta una acogedora habitación. Era bastante apacible y se mantenía caliente gracias a la pequeña chimenea que estaba encendida. Luffy entró primero y se sentó en una de las camas, cabizbajo. Estaba realmente agotado. Zoro le siguió cerrando la puerta y le miró en silencio. Su capitán parecía diferente, deseaba preguntarle tantas cosas. No sabía lo que le había ocurrido en todo el tiempo que estuvo cautivo y eso le estaba matando.

— Zoro — la voz de Luffy interrumpió sus pensamientos y en cierto modo le agradeció en silencio —. ¿Dónde están los demás?


— Ellos... — la angustiada mirada de Luffy le sobrecogió el corazón —. Decidieron desmantelar la banda de Lein, en el puerto — dijo finalmente, siendo incapaz de mentirle. Luffy inclinó de nuevo su rostro y Zoro se llevó una mano a la nuca, estaba muy nervioso al estar a solas con su capitán —. No se van a dejar vencer tan fácilmente, confía más en ellos Luffy. De seguro ya están en el Going Merry durmiendo tranquilamente... ¿Luffy? — observó como el moreno volvía a inclinar más el rostro y tras unos segundos después lo levantó un poco avergonzado —. ¿Qué te ocurre? — preguntó el espadachín, cada vez se encontraba más preocupado.


— Podrías... ¿quitarme esto ya? — alzó un poco las manos para referirse a los grilletes que mantenían sus manos inmovilizadas. Zoro se sonrojó notablemente ¡No se había dado cuenta de ese detalle! Aunque, ahora que lo pensaba tenerle atado de esa manera.... Se deshizo de esos pensamientos tan rápido como habían aparecido y se acercó a Luffy en silencio, desenfundó su katana y rompió los grilletes tras varios intentos, el kairouseki era un componente demasiado resistente —. Gracias, Zoro. Dime ¿cómo has podido encontrarme?


— Pues... — su mirada se mantuvo bastante seria —. Khal a tenido que ver bastante en eso — afirmó sin más.


— ¿Calavera Negra? — Luffy parecía asombrado por las palabras del espadachín —. ¿¿Está vivo?? ¡¡Qué bien, me alegro!! — el capitán parecía haber recuperado su alegría de siempre aunque a Zoro no le sentó demasiado bien, se maldijo en silencio por sentir celos del hombre que le había ayudado a recuperar lo más preciado para él —. ¿Y dónde está?


— Cumpliendo su venganza — Zoro no quiso sonar tan frío, pero después de escuchar la historia de Khal de sus propios labios sentía una aberración por Lein tan fuerte que creyó oportuno que fuese el caza recompensas quien le matase. Luffy se quedó en silencio — Luffy...


Al oír su nombre el moreno alzó la vista hacia Zoro, esperando lo que quisiera decirle. Aunque se hacía alguna idea de lo que iba a preguntarle. Y era normal, después de todo eran compañeros y se preocupaban por el bienestar del otro. Pero esta ocasión era algo distinto, él conocía los sentimientos de Zoro aunque nunca se lo dijo e imaginó que el espadachín lo habría pasado realmente mal en su ausencia.


— Siento no haber llegado antes, Luffy — su voz sonaba algo angustiada y Luffy se sintió culpable ¿Por qué tenía que ser tan amable con él? —. Si ese mal nacido te ha hecho algo, yo...


— No ha ocurrido nada, Zoro — afirmó seriamente, sin atreverse a mirarle.


— ¿Sabes todos los rumores que hay sobre Lein? — ahora su voz sonó bastante agitada —. ¿Cómo puedo quedarme tranquilo sin preguntarte esto después de todo lo que hace ese desgraciado?


— A mi no me a tocado — le aseguró el moreno, quien aún mantenía la mirada hacia el otro extremo de la habitación — créeme, nunca dejaría que alguien me hiciera algo así.


— Joder — Zoro lanzó las espadas con fuerza hacia una de las camas que quedaba libre, la sola idea de que alguien le hubiese puesto las manos encima a su capitán le irritaba. Notó distinto a su capitán y eso le asustaba, de nuevo la culpa volvió a ocupar gran parte de sus emociones —. No debí haberte dejado solo, todo es por mi culpa. Era mi deber protegerte. Si me hubiese quedado a tu lado, nada de esto...


— ¿¡QUIERES DEJAR DE CULPARTE, ZORO!? — al fin Luffy explotó levantándose velozmente de la cama, se entristeció miserablemente por todo lo que le dijo a Zoro en la casa de Eelin —. ¡¡FUE CULPA MIA POR ALEJARTE DE MI LADO!!


Zoro se quedó inmóvil, atónito por las palabras de su capitán. Luffy se alejó de él sin mirarle ni una sola vez y se acercó a la ventana posando una mano sobre el frío cristal. Zoro sintió algo extraño en su corazón, un sentimiento que no podía describir. Era embriagante, pero al mismo tiempo quemaba. Era tan contradictorio como el día y la noche. Le observó sin atreverse a romper el silencio que los separaba. Fue Luffy quien continuó hablando, lleno de pesar.


— Te... te dije algo tan horrible en casa de Eelin — aun recordaba las palabras lanzadas a su espadachín, aquel que había jurado estar a su lado en todo momento "No quiero que vuelvas a protegerme nunca más. Ahora vete". Apretó los dedos con fuerza en el cristal, la culpa y la rabia lo invadió por completo —. Pensé que la única manera de protegerte sería alejándote de mi. Aun sabiendo lo mucho que mis palabras iban a dolerte.


Zoro abrió los ojos desmesuradamente, ¿que significaban aquellas palabras? ¿Acaso hasta su despistado capitán sabía acerca de su verdaderos sentimientos hacia él? Zoro tragó saliva con dificultad, sentía una mezcla de emociones difícil de asimilar. Por un lado deseaba acercarse a Luffy, abrazarle y decirle que no le importaba morir por él, no tenía que preocuparse por él. Pero por otro lado, deseó acercarse a él y darle un buen puñetazo en el rostro. Se sentía traicionado, como si hubiese jugado con sus sentimientos. Si él lo sabía desde el principio debió habérselo dicho, sabía que le quería y aun así le ordenó alejarse de él. Eso era cruel. Con tantos sentimientos contradictorios, Zoro no atinó a hacer más que propinar un poderoso puñetazo en la pared que tenía cerca.


La rabia que sentía pareció apaciguarse con aquel golpe. Se percató como el cuerpo de Luffy se había tensado visiblemente al oír el impacto, pero aún permanecía de espaldas a él, cerca de la ventana. Se reprochó ser tan impulsivo, pero los nervios le podían. Intentó calmarse pues lo importante era que Luffy ya estaba de nuevo con ellos y a salvo, pero una duda carcomía sus entrañas y le hacía sentirse débil. ¿Que sentía Luffy por él? Nunca imaginó esta situación ni en sueños.


Tiempo atrás decidió no decirle nada a Luffy de sus sentimientos hacia él, así sería hasta el fin de sus días o al menos hasta que Luffy se interesase por "alguien" en ese sentido tan especial. Pero nunca pensó que Luffy pudiera llegar a enterarse. Para su incomodidad, ese momento había llegado y no sabía que decirle a su capitán. Le daba miedo el rechazo, llevaba años enamorado de él y la simple idea de oír una respuesta negativa por parte del moreno le aterraba. Respiró cansadamente intentando decirle algo a Luffy, pero ningún sonido salió de su garganta. ¿Tan difícil resultaba decirle que le amaba? Tal vez era cierto que temía la respuesta de Luffy y por eso nunca se atrevió a preguntar. De nuevo la voz de Luffy le despertó de sus cavilaciones.


— Zoro — ahora la voz del capitán sonó suave como una brisa temprana.


Zoro no dijo nada, simplemente fijó su vista en Luffy el cual parecía bastante calmado. ¿Como podía desear tanto a ese muchacho? La respuesta estaba clara para él, nunca sintió nada parecido por nadie y aunque Luffy no le correspondiese él seguiría a su lado. Amándole en secreto. Una leve sonrisa se reflejó en su rostro al notar como Luffy vacilaba, al parecer quería decir algo más pero las palabras no parecían llegar.


— Abrázame — susurró Luffy, cohibido por sus propias palabras.


Zoro quedó completamente asombrado, sin apartar la vista de su capitán. Nunca concibió que aquellas palabras saldrían de la boca de Luffy. Aunque deseaba hacer lo que él le pedía su cerebro no parecía procesarlo bien y su cuerpo quedó estático donde se encontraba. Sin mover un solo músculo.


— ¿No quieres hacerlo? — notó decepción en la voz de Luffy y eso le estremeció el cuerpo.


— Si lo hago, no creo que pueda controlarme — ¿de verdad había dicho eso? Zoro se reprendió en silencio por ser tan sincero. No quería asustarle.


— No te pido que lo hagas — Luffy dio media vuelta y separó el espacio que había entre los dos, sin darle tiempo a reaccionar. Pasó ambos brazos por la espalda de Zoro y percibió su agradable olor en la nariz. No deseó separarse de él.


— Luffy, yo... — Zoro no podía creer lo que estaba ocurriendo, era tan inverosímil que pensó que si se movía ese maravilloso momento desaparecería sin más.


No podía ver el rostro de Luffy, pues el moreno lo mantenía escondido en su regazo celosamente. Sintió como las manos de Luffy agarraban con fuerza su camisa, atrás en la espalda, y escuchó su respiración quedamente. Correspondió el abrazo sintiendo que se derretiría allí mismo, pero no quiso mostrar flaqueza ante su capitán. Él siempre sería el duro del grupo. Alzó una de sus manos hasta el cabello de Luffy y lo acarició lentamente, notando el sedoso contacto entre sus dedos. Realmente era como un sueño. Vislumbró a Luffy moverse y sintió como su calido cuerpo se separaba ligeramente del suyo. Zoro no deseaba separarse de él y lo mantuvo lo suficientemente pegado a él. Luffy alzó su rostro sin dejar de mirarle a los ojos.


— ¿Por qué? — sus palabras sonaban extrañas, había una mezcla de tristeza, alegría y nerviosismo que hacían que a Zoro se le erizase el vello de la piel, quería volver a sentir de nuevo el cuerpo del moreno totalmente pegado al suyo. Pero Luffy seguía empeñado en preguntar —. ¿Por qué nunca me has dicho que me amas?


— Lo... ¿Lo sabías? — entonces era cierto, todo cuanto había supuesto el espadachín era verdad. Luffy sabía acerca de sus sentimientos y no pudo evitar sentirse avergonzado. Apartó la mirada a un lado y apretó los puños con fuerza, sintió que iba a explotar y aunque no quería decirle toda la verdad a Luffy al final no pudo mentirle. Todas sus barreras habían caído con aquella inquisitiva mirada negra —. ¡No tenía el valor suficiente, Luffy! Tenía miedo que tu opinión de mi cambiase por culpa de lo que siento. Y tu únicamente tenías ojos para Shanks.


— ¡Te equivocas! ¿Por qué eres tan ciego? — gritó Luffy bastante molesto, admitió que ese ultimo comentario de Zoro le había dolido, le había dolido mucho —. Claro que quiero a Shanks, ese hombre fue mi inspiración y un gran amigo. Cuando pienso en él todo me parece más fácil, como si todos mis problemas desapareciesen. Pero, no le amo.


Zoro no pudo digerir todo lo que Luffy le estaba contando. ¿Era aquello una confesión? ¿O le estaba pidiendo perdón por algo? Se dio cuenta que Luffy intentaba desmentir el malentendido con Shanks, en cierto modo eso lo alegraba pero siempre albergaría la duda de si ese hombre buscaba algo más en Luffy. De nuevo los celos le estaban controlando e intentó tranquilizarse. La situación lo requería. Quiso mantenerse sereno aunque por dentro temblaba como una hoja, tener el cuerpo de Luffy tan próximo al suyo no ayudaba demasiado pero no era capaz de separarse de él. Ahora ya no.


Luffy sintió unas ganas terribles de gritarle a Zoro que era un tonto. ¿Por qué no tuvo el valor de decirle la verdad? Tantos años juntos, esperando una pregunta que nunca llegó. Era realmente frustrante. Él esperaba que al menos le dijese algo, pero Zoro se mantenía sereno como siempre, con esa auto confianza tan propia de él. Todo ese tiempo intentó enterrar el amor que sentía hacia el espadachín, incluso se obligó proyectar esos sentimientos en Shanks para olvidarle. Y todo para protegerle, ya que podía ser el blanco de muchos enemigos dispuestos a querer atraparle. Se sintió observado por el espadachín y retiró la mirada apenado. Ya no aguantó más, sus fuerzas le abandonaron y su cuerpo comenzó a temblar ligeramente. Se sentía seguro en los brazos de Zoro, pero al mismo tiempo estaba tan nervioso que no se atrevía a mover ni un pelo. Tras un largo silencio decidió que era el momento de decirle a Zoro lo que tanto tiempo había estado esperando.


— Desde... — su voz le traicionó. Se aclaró la garganta y tragó con algo de dificultad, tenía la boca completamente seca. Expresar sus sentimientos era mas difícil de lo que creía —. Desde hace tiempo siempre he esperado el día en que me dijeras que me querías — no se atrevió a continuar, aquello le parecía tan raro, estar hablando así con su mejor amigo. Sin quererlo le apartó de su lado, bastante azorado —. ¡Lo siento! No debería haber dicho eso — Luffy mantenía la mirada fija en el suelo —. Debe sonar muy extraño ¿no? Que dos hombres hablen de este tipo de cosas — su voz sonó algo distante. Se dio media vuelta dando la espalda al espadachín —. Deseaba poder corresponderte, pero si lo hacia, iba ponerte en peligro. No podía tener ninguna debilidad, me convencí a mi mismo que eso era lo correcto. Lo mejor para los dos. Por eso decidí ocultar mis sentimientos y pretender así que no conocía los tuyos. Pero por dentro esa situación me estaba ahogando.


Zoro pudo ver la triste mirada que tenía el moreno antes de girarse. ¿Por qué no podía hacer bien las cosas? Se sintió culpable al ver la desolación que albergaban los ojos de su capitán. Él solo quería protegerle, dar su vida por él y amarle. Y en cambio siempre terminaba haciéndole daño y poniéndole triste. Observó el delgado cuerpo que tenía ante sí. ¡Cómo deseaba tocarlo! Ahora que al fin tenía a Luffy con él, las palabras no se atrevían a salir de su boca. ¡Cómo llegó a odiar su orgullo! Ese maldito orgullo que en tantas ocasiones le había causado problemas, ahora le estaba consumiendo el valor para decir dos simples palabras. Dos palabras que reflejaban toda la verdad que sentía por su capitán. Vio como Luffy agarraba con fuerza el borde de su pantalón, seguramente creyendo que él no se daría cuenta.


No necesitó nada más para acortar la distancia que los separaba. Se acercó a la pequeña espalda y le abrazó con ternura, sintiendo el suave cabello del moreno en su rostro. Aspiró en silencio el dulce olor que éste desprendía y el abrazo se volvió más estrecho. Sintió una agradable sensación al mantener sus cuerpos pegados. Notó como Luffy se tenso al principio, no esperó ese movimiento pero luego sin más se fue relajando dejándose abrazar por el fuerte cuerpo. Era agradable sentir el calor de Luffy cerca suyo, siempre deseó tenerle en sus brazos y ahora que lo tenía le parecía un sueño. Y si así era, deseó no despertar jamás. Antes de que aquella magia desapareciese, acercó los labios al rostro de su capitán, susurrándole al oído.


— Te amo.


Luffy abrió los ojos de par en par de la impresión, sintió un agradable escalofrío recorrer toda su espalda y se le erizó el vello de la piel. Percibió la respiración de Zoro chocar contra su cuello y sintió como el calor acudía a su cuerpo instantáneamente. Nunca imaginó que aquellas palabras dichas por su espadachín sonasen tan tiernas y llenas de sentimiento. Dejó escapar un gemido al sentir los labios de Zoro rozar su delicada nuca.


— Te amo, capitán.


Luffy cerró los ojos con fuerza, embriagado por todas las sensaciones que lo embargaban. Deseó que ese momento nunca llegase a su fin, permanecer junto a Zoro para siempre, perdido en todas aquellas emociones. Sintió su corazón latir con fuerza y su cuerpo temblaba ligeramente. Al parecer Zoro se percató de esto y lo abrazó más fuerte para que el moreno no cayese al suelo. El espadachín volvió a susurrarle en el oído con voz suave.


— Te amo tanto que duele — su voz penetraba en los oídos del moreno como una dulce melodía, repleta de sensualidad —. Daría lo que fuese por ti. Mi vida, mi alma, todo por protegerte — Zoro casi no pudo evitar dejarse llevar por el placer cuando escuchó el gemido que escapó de los labios de Luffy.


— Lo se — la voz de Luffy sonó entrecortada, intentó moverse aunque sus piernas casi le fallaron. Se situó frente a Zoro y le miró a los ojos — yo también te amo, Zoro.


Zoro ya no pudo resistirlo más y se dejó llevar por sus instintos más salvajes. Llevaba demasiado tiempo esperando que algo así sucediese y como si el mundo fuese a acabar al día siguiente, atrapó a Luffy por la nuca guiándole hasta sus labios, deseosos de encontrarse con él. Fue un roce ardiente, húmedo. Al fin pudo saborear aquellos labios que tanto había anhelado. Lo besó con urgencia, sintiendo cada roce de su piel. Lamió sus labios pidiendo permiso para entrar en aquella cavidad, el cual fue concedido por su capitán. Lo envolvió una sensación llena de placer al sentir su sabor, dejándole indefenso ante él. Abrazó con pasión el pequeño cuerpo del moreno, arrimándolo aún más contra él.


El beso era tan apasionado que Luffy comenzó a perder las pocas fuerzas que le sostenían en pie, empezó a sentir calor por todas partes de su excitado cuerpo y deseó no separarse nunca de Zoro. En ese momento la pierna le falló, si no es por el abrazo de Zorro habría caído directo al suelo. El espadachín le alzó con sus musculosos brazos, pegándole aún más a su ardiente cuerpo y le llevó hasta la cama, sin separar sus labios de él. Sin casi pensarlo, Zoro comenzó a desabotonar el chaleco de Luffy, al notar que no puso resistencia alguna también comenzó a quitarle los pantalones. Luffy notó sus mejillas arder. Al ver como Zoro observaba su cuerpo desnudo, sintió algo de vergüenza pero en seguida se repuso al ver como Zoro se quitaba la camiseta y poco después, el resto de ropa que le quedaba. Percibió una extraña sensación al ver su torso desnudo. Ya lo había visto en anteriores ocasiones, pero esta vez era diferente. Alzó la mano y recorrió con sus dedos el largo de toda la cicatriz. Zoro sonrió al verle hacer eso.


Aquel calor se hacía insoportable, Luffy sintió como el placer nublaba sus sentidos. Las caricias que Zoro le obsequiaba eran completamente excitantes. Nunca sintió nada parecido. Los labios de Zoro recorrían su cuerpo con lentitud, saboreando cada zona, lamiendo cada parte de su cuerpo, ofreciéndole besos tiernos y llenos de deseo. Su rostro fue recorriendo lentamente todo su torso, lamiéndolo hasta llegar a aquella zona que aún no había probado. Luffy sabía lo que iba a ocurrir a continuación pero cuando Zoro comenzó a lamerlo con lentitud nunca imaginó que aquello pudiese sentirse tan bien. Su cuerpo comenzó a pedir más y el espadachín aumentó el ritmo, introduciéndolo por completo en la boca. Lo sintió caliente y palpitante, alzó la vista hacia Luffy y aquella visión le enloqueció aun más. El rostro de Luffy permanecía sonrojado y sudoroso, con los ojos entrecerrados. Su boca se abría y cerraba rápidamente, intentando conseguir algo de aire. Sus manos se mantenían agarradas con fuerza a las blancas sábanas.


Comenzó a moverse más rápido al notar como el cuerpo de Luffy se convulsionaba bajo él, iba a llegar al orgasmo. Tras varios espasmos Luffy arqueó levemente la espalda dejando salir un fuerte gemido lleno de deleite. Su respiración seguía agitada e intentó taparse el rostro por la vergüenza que sentía al haberse venido frente a Zoro. Pero el espadachín le apartó ambas manos para observarle fijamente a los ojos, regalándole un tierno beso en los labios.


— No te ocultes, Luffy — le susurró en el oído, sabía que el moreno no podía resistirse a eso —. Tu rostro es muy hermoso.


— No es verdad... — su respiración seguía agitada y su voz sonó entrecortada. Alzó los brazos hacia la ancha espalda del espadachín, arrullándole en un cálido abrazo.


— Eres perfecto — besó de nuevo los delicados labios de su capitán, deleitándose con las caricias que éste le obsequiaba.


Dirigió los labios al suave cuello del moreno, notando como su cuerpo se estremecía ligeramente. Zoro aun tenía dudas si seguir con todo aquello. Amaba a Luffy, no quería hacerle daño y menos obligarle a hacer algo que no deseaba realmente. Se detuvo en seco, dirigiendo su mirada a los orbes negros, los cuales se mantenían cerrados.


Al notar como Zoro dejaba de besarle, Luffy abrió sus ojos encontrándose con la profunda mirada del espadachín sobre él. Se sintió algo cohibido al verle y giró su rostro a un lado. Su rostro seguía ardiendo y deseó que Zoro no hubiese parado.


— ¿Qué..? — inconscientemente percibió como su cuerpo demandaba más caricias por parte de Zoro, aquel pensamiento le hizo sonrojar notablemente —. ¿Qué ocurre? — su voz se convirtió en un susurro —. ¿No vas a continuar?


— Solo si tu deseas que lo haga — su semblante permanecía serio, perdido en aquellos ojos negros.


— Zoro... — Luffy se sonrojó aun más, sintiendo como todo su rostro ardía sin poder evitarlo. ¿Cómo iba a pedirle que parase? Adoraba todo lo que le hacía sentir, era tierno y delicado con él. Pasó una de sus manos tras la nuca del espadachín y lo acercó hasta sus labios —. Entonces, deseo que continúes Zoro


Zoro quedó embelesado por aquellas dulces palabras y no pudo reprimir una sonrisa que comenzó a aparecer, llena de afecto. Se perdió en esos oscuros ojos que le observaban con deseo y decidió dar el siguiente paso. Acariciaba con deleite cada parte de su cuerpo, percibiendo la agitada respiración que desprendía el moreno.


Luffy entrevió que había llegado el momento al notar de pronto un ligero dolor punzante en su entrada, pero no gimió. Se relajó para facilitarle el trabajo a su amante cuando sintió la primera embestida dentro de su cuerpo. Escapó de sus labios un sonoro gemido, nuevamente comenzó a sentirse enardecido por todas aquellas nuevas sensaciones. Los movimientos de Zoro eran cada vez más frenéticos y apremiantes, estaban cargados de deseo y anhelo. Luffy comenzó a sofocarse por el calor que le abrumaba, sintiéndose desfallecer por el placer que su cuerpo estaba recibiendo. Envolvió en un fuerte abrazo a Zoro, sin dejar de contemplar la expresión de goce que mantenía en el rostro. Eso le hizo desearle más, le amaba con todas sus fuerzas. Nunca olvidaría ese momento.


No pudo resistirse al estar dentro del cuerpo de Luffy, le hacía sentirse extraño, pero también lleno de satisfacción y aceleró el ritmo de sus arremetidas. Observó como Luffy le abrazaba con fuerza y no dejaba de mirarle a los ojos. Aquello le incitó para incrementar el ritmo de sus movimientos. Deseaba a ese chico con locura, se juró que nunca dejaría de amarle. Ni siquiera la muerte podría impedirlo. La fricción de sus cuerpos se hizo sofocante para ambos. Cuando llegaron al éxtasis de la más exquisita excitación, una oleada de placer incontrolable llenó cada uno de sus sentidos, haciéndoles gemir deleitándose de cada roce y cada caricia de su cuerpo.


Aquella unión fue el símbolo más puro de su amor, una confesión en la que no solo las palabras revelaban todos sus sentimientos, sino también sus cuerpos, reflejando la devoción que sentían. Era un juramento de amor eterno, en el que un vínculo los unía. Un lazo tan poderoso que nadie podría romper ni con toda la maldad de la tierra. Nadie podría destruirlo.


Continuará...

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